viernes, 29 de mayo de 2015

Pagar muertos.


por José Manuel Beltrán.

La pasada semana escuchaba con la atención debida -no podía ser de otra forma- a una jubilada de 76 años. Una persona de esas ya consideradas "mayor de edad"; esposa, madre, abuela y bisabuela. Era esta una conversación plácida, refugiados en la sutil sombra que nos proporcionaba un incipiente árbol de uno de los parques mas queridos de nuestra ciudad: el de la Constitución. Los turnos de palabra -más bien escasos en mi favor, pues me interesaba más escuchar que intervenir- se sucedían con el mayor de los respetos y, sobre todo, con admiración por la escasa retórica de sus contenidos. La SEÑORA Adela (discúlpenme que utilice las mayúsculas pero creo sinceramente que se las merece) me comentaba que, de nuevo y junto a su marido, siguen siendo el soporte fundamental de la familia, máxime en lo que se refiere al sustento.

domingo, 24 de mayo de 2015

Barbotear

Por ©José Manuel Beltrán.

Cuando un periodista escribe en un blog, aún formando este parte del periódico para el que trabaja y donde además tiene la responsabilidad de redactor jefe en Marbella, lo hace a título personal. Saber diferenciar la opinión de la información es una de las primeras cuestiones, básicas por otro lado, que te enseñan en la Facultad de Periodismo.

Viene esto al caso en relación al artículo publicado por Héctor Barbotta, el pasado jueves en la sección Marbella Blogs del Diario Sur, titulado “Fronteras”. Para que el lector tenga una mejor comprensión del tema, y queriendo yo diferenciar lo que es información de opinión, al final de este artículo les dejo el enlace al mismo.

martes, 12 de mayo de 2015

La última cena con el Rey.


Presenté este relato al II Concurso de Relatos de Marbella Activa, siendo elegido el mismo entre los diez finalistas. Ya ahora es ocasión de compartirlo con todos vosotros.

Dedicado a mis nietos: Ángel, Martín y David.

por José Manuel Beltrán.

TÍTULO:  LA ÚLTIMA CENA CON EL REY

            La invitación recibida, esta vez de forma verbal, le cogió totalmente por sorpresa. Ni siquiera llegaba a encontrar explicación de cómo él, un simple ciudadano de la localidad, sin ningún mérito especial salvo el bagaje acumulado en la mochila de la vida se podía ver incurso en tal acontecimiento. Aún así, inmediatamente hizo suyo ese halo de gloria que suponía estar entre los elegidos sin mayor empecinamiento que hiciese resaltar su incredulidad. No reparó más en ello. De forma lenta sus párpados acusaron el cansancio de la intensa pero gratificante jornada. Con tan solo cuatro años, un mico –así es como solía llamar de forma cariñosa a su nieto- le dejaba totalmente derrotado cada vez que le visitaba.