lunes, 17 de mayo de 2010

Posiblemente, no podré llegar


Por José Manuel Beltrán

Mientras escribía estas líneas Rafa Nadal ha conseguido anotarse el segundo set, ante Nico Almagro, en la semifinal del Open de Madrid por un 6-2 después de haber perdido el set inicial por 4-6. El murciano Nico, plenamente concentrado y muy bien asentado en la pista, con unos excelentes y potentes saques en su servicio a los que ha añadido unos reveses impresionantes, nos ha ofrecido golpes de suma calidad. Ha dado comienzo el tercer y definitivo set y, parece, que esa gran fuerza mental y física de Rafa terminará por imponerse. En este momento, ya, el marcador refleja un 2-0, a su favor.

Soy un buen aficionado al tenis o más bien podría decir que a todos los deportes y, por subir un poco la categoría, soy, he sido, y espero seguir siendo, un practicante activo de muchos de ellos. Es así que, no sé si a vosotros os pasa lo mismo, me gustaría ser ese protagonista –que no quiere esto decir que tenga que ser el principal- de cada uno de los eventos deportivos que se celebren. En definitiva, me gustaría estar allí, compitiendo, intentando ganar (porque el juego, digan lo que digan –generalmente los perdedores- lo es para ganar, aunque sea al parchís).


Los medios de comunicación, desde siempre, nos ensalzan a los mejores mostrándonoslos en muchas ocasiones como ídolos. En nuestro país, también es verdad, estamos muy acostumbrados a colocar en la cima más alta a quien corresponda para, al mínimo fallo, empezar a darle caña. Somos quijotes y esa herencia cultural no podremos quitárnosla nunca.

Los primeros culpables, como siempre, nosotros mismos. Quien no se mete el dedo en su propia llaga, para hacer autocrítica, no puede después convertirse en el juez de nadie. Digo que nosotros, los adultos, somos los primeros culpables porque, aunque también lo hayamos sufrido en primera persona cuando éramos niños, nos empeñamos en convertir a nuestros hijos cuando inician cualquier tipo de práctica deportiva en los mejores del mundo. Decimos, con la boca chica, que queremos que se diviertan, que disfruten, que amen el deporte, que se formen, que respeten al rival y a sí mismos, que acepten en su justo grado la derrota pero también, si cabe más importante, la victoria.

Pero, en la primera actividad a la que asistimos a ver a nuestro hijo o hija, allí mismo nosotros somos los primeros en presionarle con nuestros gritos, despreciando la labor del monitor o entrenador, despreciando al rival y los padres de éste y de esta forma, pues siempre nos pasa lo mismo, las frustraciones por nuestras incapacidades para conseguir el éxito –que debiera ser siempre el de la satisfacción personal- son evadidas con justificaciones acerca de la mala o de la buena suerte del contrario.

Es bueno querer ser el mejor, es la ilusión de cualquier crío cuando en algo se inicia si es que, de verdad, eso le gusta. Pero es mucho más satisfactorio disfrutar, simplemente, por jugar, por participar, por conocer cuales son tus facultades y reconocer que habrá un punto en el que, posiblemente, no podrás llegar. Pero, somos duros de pelar, somos quijotes y es así que, repetidamente, siempre nos pasa lo mismo.

Salud, ciudadanos.

9 comentarios:

  1. En ocasiones se han dado casos de padres que vuelcan la frustraciones suyas de adolescentes en sus hijos, queriéndoles hacer ganar lo que ellos no pudieron.
    Y es que como bien dices, somos quijotes.
    Un abrazo

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  2. Estoy totalmente de acuerdo contigo!!! mi lema es difrutar con ellos y de ellos. No les inculco el ganar y el ser los mejores...

    Un besote "pal" ciudadano y ciudadana!!!

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  3. Totalmente de acuerdo, ciudadano Beltrán. No hay que ser tan competitivo, y hay que tener mejor perder. Un besazo.

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  4. En alguna ocasión he asistido a partidos de fútbol de niños que tienen este deporte como actividad extraescolar, y sinceramente, he sentido vergüenza ajena, algunos padres ponen "a caer de un burro" al árbitro, incitan a sus hijos a un juego agresivo e incluso les he visto desprestigiar a los jugadores (niños) del equipo contrario. ¿Qué fundamento tiene todo esto?
    El deporte debe ser una actividad para el desarrollo físico y también personal, pues lleva ímplicito una serie de valores que nada tienen que ver con la exclusiva competitividad: el respeto por el contrario, la capacidad de trabajar en equipo, la constancia y el esfuerzo, aceptar las derrotas sin llegar a frustrarse, ser sensatos ganadores, etc...
    Yo fui deportista y recuerdo con cariño esa etapa que tanto me enseñó.
    Buena entrada, ciudadano. Un abrazo

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  5. ºEl deporte hay que tomarselo como tal y no llevarlo al extremo de insultar al arbitro o hacerle tal presion a tu hijo que se frustra en vez de disfrutar...Vaya ejemplo si actuamos asi..un abrazo querido amigo y recuerdos a la doña

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  6. Jose Manuel, se exactamente a que te refieres y es que yo, como tú, soy y fui un apasionado de los deportes, aunque más del baloncesto, como sabes. Da mucha rabia perder, incluso te sientes impotente en algunas ocasiones, pero es mejor tomarselo con filosofía y a pesar del resultado, pensar en si ha sido una buena actuación, un buen partido porque lo que importa es el espectáculo y sobre todo, la pasión de unos y otros por el deporte.

    Un abrazo

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  7. Si es que está claro que no nos gusta perder ni a las chapas. Cuando jugamos, jugamos siempre para ganar. Aunque ya con los años, lo hacemos para divertirnos y pasar un buen rato.
    Eso sí, cuando son nuestros críos los que juegan, esos tienen que ganar siempre, hombre.
    jejej

    Besos, Ciudadano!!!

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  8. Pues yo he de decir que estoy sólo a medias de acuerdo contigo. Y digo a medias porque si bien he visto cómo muchos padres gritaban a sus hijos y al contrario, las barbaridades más grandes que yo en mi estúpida inocencia todavía pudiera imaginar, no es menos cierto que con cada grito de ellos, yo enmudecía más y más, hasta que terminé por no poder asistir a ninguno de los partidos de mis hijos, ante la imposibilidad de llevármelos de allí despavoridamente. Claro, hablo del fútbol en particular. No ocurría lo mismo en el atletismo ni en las pistad de tenis. Al menos no con esa brutalidad casi primaria, y perdónenme los aficionados. Tampoco ocurría de la misma manera con las peleas de yudo, aunque ningun deporte está a salvo de los fanáticos que juegan sólo a ganar.
    Uy! Espero no haber estado demasiado fanática, pero es que he visto sufrir a muchos niños.
    Besos mil.

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  9. El deporte deberia ser un complemento ideal para la formación física de nuestros jóvenes.
    Cuando se transforma en competición despiadada por el logro de "medallas" deja de ser algo placentera. Deporte es participar, brillar con luz propia, sentirse libre, compañerismo y formación.
    Besitos ciudadano deportista

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