Por José Manuel Beltrán
¡Hola yayo!, ¡Hola yaya!, ¡Hola papá y mamá!. ¡Ya estoy aquí!, ¿lo veis?. Jajaja… os he dado un poco de guerra, ¿verdad?. Pues lo siento mucho. Ya sé que a mamá le han tenido que hacer una rajita para que yo saliese a este mundo. Ella se ha quedado descansando un poco mientras a mí, me limpiaban todo mi cuerpecito para estar guapo. Es mi primera presentación en sociedad y ¡aquí me tenéis!. Dicen que he salido un poco gordito, cuatro kilos y 10 gramos, pero ¡oye!, que yo a vosotros os veo mucho más gordos. ¡Ahhh!, una señora me ha estirado todas mis tiernas piernas y he escuchado que decía: Anota, 525. ¿Eso quiere decir que soy grande? Por cierto, aquí hacéis mucho ruido y, además, desde que me han subido a una habitación que dicen que se llama: nido -¿papá, no seré un pajarillo, verdad?- no paro de escuchar frases como: cuchicuchicuchi, ajooooo, pero que cosa bonita, prupruprupru y demás gestos con vuestra cara y con vuestra boca que, la verdad sea dicha, os hace estar más feos de lo normal. Es que parece que me estáis tratando como a un niño pequeño. Porque no me habláis normal, eso sí en voz más bajita porque aquí fuera hacéis mucho ruido. En la tripita de mamá no se sentía tanto ruido. ¡Bueno, me acostumbraré, qué remedio!.