Happy Hour: La hora feliz

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Artículo publicado en el diario Marbella Express el viernes, 27 de agosto de 2.010

Por José Manuel Beltrán

Acostumbrados estamos, aunque el éxito de las iniciativas nunca supera las expectativas, a la colocación de carteles anunciadores de “la hora feliz”. Que quieren que les diga. La verdad es que no entiendo a la gente (un servidor también se incluye, que también formo parte del mismo corral humano), pues si alguien se empeña en hacerme feliz, aunque solo sea una hora, por qué he de mostrarle mi indiferencia.

En muchos locales en los que se sirven copas, que no puedo escribir “pub” porque la RAE todavía no lo acepta, se colocan a ciertas horas cartelitos que son la llamada a la felicidad: “De 6 a 7, Happy Hour”. Los guiris, (así escrito porque, esta vez, el RAE si lo acepta) que saben mucho más inglés que nosotros, copan la mayoría de los asientos. Tampoco estoy yo muy seguro si es, porque de verdad saben inglés o, porque en sus países las copas les salen más caras. Los guiris, decía, saben ser felices ¡y de que manera!. El ciudadano español, a esa hora, se encuentra entre Pinto y Valdemoro. Si, pero no, que también dicen los gallegos. Es lo mismo que si, a las doce del mediodía, te quieren invitar a una cerveza. Pues, que quieres que te diga. A las doce, por mucha “happy hour” que marque el cartelito, el cerebro te dice que estás en el punto muerto, es decir, entre el café y la cerveza así que, demoro mi felicidad.

Los establecimientos hoteleros también se han apuntado a esta iniciativa. Ya se sabe, si el cliente no sale del hotel mayor oportunidad de gasto se provoca. Aquí, el horario de la hora feliz, puede incluso ser adelantado para pasar a ser “de 5 a 6”. La razón, por otro lado, es simple. Aunque estemos en España, el horario más o menos establecido para la cena se adecua, cada vez más, al horario europeo (lo siento ya sé que, de siempre, formamos parte de Europa, pero ustedes me entienden ¿ o no?). Es así que esta es la razón para el adelantamiento de la felicidad. Luego, una vez cenado prontito, tendrán más tiempo para degustar copas, también felizmente, pero esta vez cobradas a su precio lo que, en ocasiones, al repasar la cuenta te puede restar cuota de felicidad.

Sin embargo, existen otras horas felices a lo largo el día que no llevan implícito consumo desmesurado. Y no son otras que las que, generalizadamente, nos marcan las cadenas televisivas. Véase la programación matinal, por ejemplo de 10 a 1 de la mañana (que no madrugada) que ofrecen las distintas cadenas. Véase, por ejemplo, de 4 a 7 de la tarde y, como no quiero pecar de machismo, véase las 20,45 horas de casi cualquier día de la semana, cuando suena el soniquete ese de la “Champions League”. Todas esas horas, para un público variado, son “happy hour”, es decir, horas felices. Otros, se apuntan a los documentales, a escuchar música o, a la relajante lectura o escritura, aunque hay mil formas diferentes. Ven ustedes, ciudadanos, con que poquito podemos ser felices. Tan solo es cuestión de decidirse, al igual que con un beso. Porque, difícil no es dar el primer beso, sino el último. Y para que éste se retrase al máximo, sea hora feliz o no, siempre les desearé: Salud, ciudadanos.