jueves, 28 de noviembre de 2013

Todos, no somos iguales ante la ley.

por José Manuel Beltrán

Estoy hasta las narices de las prebendas que disfrutan algunos, como es en el caso de la justicia -por no nombrar otros-, y que hacen totalmente inválida esa frase constitucional (Artículo 14, Título I), de que todos los españoles somos iguales ante la Ley. Por cierto, también invocada en fechas no muy lejanas por la máxima autoridad del Estado.
El ejemplo del Sr. Camps, ampliamente difundido en todos los medios de comunicación nacionales y también en los internacionales, deja muy a las claras que la consabida frase es sólo eso: una frase más. En alguna ocasión, por razón de mi cargo temporal como presidente de mi comunidad de propietarios, recibí notificación del juzgado para comparecer en el mismo. La recibí en mi domicilio, perfectamente identificado, y con las consabidas advertencias que, de no presentarme, incurriría en falta sancionable por ley.

 Es verdad que yo soy un ciudadano normal, cierto es que elevado -insisto, temporalmente- a un cargo que más que prebendas exige, voluntariamente, una dedicación y esfuerzo que no se encuentra remunerada. Sin embargo, en el caso del Sr. Camps, parece que la máxima principal no se cumple -me refiero a lo de ciudadano normal- y ha sido la secretaria del juzgado de instrucción número 3 de Palma de Mallorca, por orden del juez titular, quien se tenga que desplazar a su domicilio para poder tomarle declaración, que por otro lado podía hacer por escrito.

Son muchos las personas con cargos "institucionales" que gozan de este gran privilegio. Personas y ciudadanos, al igual que otros muchos, que también temporalmente tienen ese "trabajo", que ya de por sí es tener mucha fortuna con la que está cayendo en este país. Personas, a las que no es necesario facilitarles el justificante de haber acudido al juzgado, al objeto que la empresa no te desquite de tu salario las horas perdidas. Personas que no se acogen a ningún Estatuto del Trabajador porque, por regla general, ya están amparadas por el estatuto de su partido. 

Reconozco que están amparadas por ley -sólo faltaría eso- y que, en consecuencia, aprovechan la misma para ejercitar sus derechos. Es así como la frase: "Todos los ciudadanos somos
iguales ante la ley" tiene una doble lectura. Es cierta, porque el Sr. Camps y otros muchos, se acogen a ella -a la ley- para aprovecharse del beneficio de su cargo. Es falsa, porque todos los ciudadanos no somos iguales -ante la ley- al no poder acogernos a ella en la misma línea de igualdad. En conclusión, aquí no fallan las personas, ni el Sr. Camps -ni otros igual a el, en razón de cargo-, ni la secretaria del juzgado, ni el juez, ni la policía,…. ni nadie. 

Aquí lo que falla es la Ley en sí misma; pero claro quienes tienen la oportunidad de modificarla son los mismos que la utilizan en su propio provecho. Ciudadanos no normales, ciudadanos con privilegios en razón al cargo, ciudadanos que nos invadirán de frases fatuas, eslóganes y promesas celestiales en la próxima campaña que, a saber, sólo tendrá una finalidad: seguir disfrutando de privilegios legales en razón a cargo.

Por supuesto las cuestiones éticas -aunque opinables- quedan al margen porque esas corresponden al ámbito del individuo. Es una lástima que también a ellos, porque yo no soy tan malvado, les desee lo mismo que a todos ustedes, lectores: Salud, ciudadanos, y nunca por imperativo legal.

1 comentario:

  1. La premisa fundamental del estado de derecho es la separación de poderes pero como eso no existe sólo hay dos opciones, las revueltas sociales o el conformismo que es lo más educado.

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