lunes, 5 de abril de 2010

Cierre la puerta por fuera

Esta es la historia creada a raíz de la invitación de los amigos del Bloggercedario. La frase propuesta sobre la que se genera la idea era: "Mi primera vez". El resultado se desarrolla a continuación y, como siempre, vuestra opinión es la que importa.


Por José Manuel Beltrán


La clase, como era por otro lado habitual salvo por razones obligadas de enfermedad, se encontraba totalmente llena. Sobre cada uno de los pupitres se mostraban, todavía sin abrir pues esa era una decisión directa de quien iba a dirigir la aburrida charla, los libros de cada uno de los obligados participantes. Algunos de ellos impolutos, lo que daba muestra del nivel de uso otorgado por su poseedor. Curiosamente el de Iñaki era uno de los más desgastados aún cuando también se podía decir que, por lo que él denominaba la ilógica de su contenido, era el más vilipendiado de toda su colección y eso a pesar de las cuantiosas anotaciones que, a modo de apostillas, él realizaba y que le servían para plantear sus preguntas al profesor.

Don Luis hizo su entrada al aula de forma apresurada, por otro lado lógica dado que ésta debía haberse producido hacía ya cinco minutos. Sin previo saludo de cortesía y excusa alguna, que entre otras muchas más cuestiones molestaba sobremanera a Iñaki, ordenó se abrieran los libros por la página 33. Una vez así procedido por parte de la mayoría, pues los de las últimas filas no podían ser observados ni siquiera desde el atril dónde se ubicaba don Luis, Iñaki levantó su mano en claro signo de solicitar autorización para tomar la palabra antes de abordar el tema elegido: El Bautismo.

- ¿Qué desea usted, Ignacio?, le interpeló el profesor.
- Gracias señor, pero soy Iñaki. Así estoy matriculado y de esa forma le relleno los exámenes.
- Déjese de historias. Para mí usted se llama Ignacio y ya sabe que su empeño le vale para que yo califique sus exámenes con un punto menos.

Don Luis cortó tajantemente la incipiente conversación entrando de lleno en la materia. Anclado en ancestrales posturas, inició una larga exposición de lo que representa el sagrado sacramento para todas las familias católicas, por supuesto allí estábamos incluidos todos, pues España –la Patria, según él la denominaba- era católica. De esta forma queda el recién nacido purificado y pide perdón por el pecado original así como de cualquiera que, a pesar de su corta edad, pudiera haber cometido. Por supuesto señores –continuó don Luis- los padres del bautizado, cristianos también, confirman que educarán a su hijo en la Ley de Dios.

Es así como Iñaki rellenaba su cuaderno con numerosos apuntes, que le servirían después para aprobar la materia tal y como necesitaba para pasar de curso, al igual que efectuaba –siempre a lápiz- apostillas en el libro.

- Don Luis, disculpe. Esta vez la mano de Iñaki se levantó al mismo tiempo que iniciaba su pregunta sin dar oportunidad a que el profesor pudiera interrumpirle.
- Le he escuchado atentamente y tengo varias dudas, señor.
- Venga Ignacio, diga su pregunta y no acapare toda la atención de la clase.
- Verá señor. No logro entender el empeño de la Iglesia por bautizar a los niños, casi recién nacidos. Ni siquiera entiendo el por qué, unos mayores llamados padrinos y los propios padres del niño, imponen la realización de este importante acto sin tener en cuenta la opinión de quién lo va a recibir. ¿Por qué actúa así la Iglesia en contra de los propios actos de Jesús?- Iñaki, precipitó todas estas preguntas y otras más se quedaron en el tintero por la brusca interrupción de don Luis.
- Pero, ¡que tonterías dice usted!, le gritó el profesor.
- Señor, no entiendo por qué es una tontería. ¿Acaso, según el Evangelio, Jesús no fue bautizado por Juan El Bautista, en el río Jordan, cuando tenía 33 años de edad y por su propia voluntad y no la de sus padres?.

La respuesta de don Luis a tal pregunta fue fulminante aunque, por supuesto, nada esclarecedora.

- Ignacio, ¡cierre usted la puerta por fuera!.

Iñaki quedó dubitativo durante unos segundos. De pie ante el profesor y ante el inicio de carcajada del resto de la clase, cayó en la cuenta. Por primera vez, era expulsado de clase. Elegantemente, eso sí, pero expulsado por aplicar la lógica –que no la fe- a una simple pregunta…… en clase de Religión.

....Salud, ciudadanos.

7 comentarios:

  1. Muy interesante el relato y de mucha actualidad el tema. Me encantó!!

    BESOTES CIUDADANOS Y BUENA SEMANA!

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  2. ¡¡Cuántas veces me he preguntado yo lo mismo que el tal Inaki!!!!.. y a pesar de eso pase por el aro con mis hijas. No me arrepiento, la verdad, pero lo que pienso es "¿¿para qué?? ¿por qué lo hicimos?"... vaya... tampoco es que me coma la cabeza con eso, pero es cierto que es totalmente ilógico.

    Buen relato, ciudadano!!!!

    Un besote fuerte!!!

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  3. Es que eso de hacer preguntas "impertinentes" a los profesores siempre acarrea más de un problema.
    Si te soy sincera, yo tb era muy "porculera" en clase y le sacaba punta a todo. Pero eso, que a mí nunca me echaron... Eran otros tiempos, claro.
    :)

    Genial el relato como siempre, Ciudadano!

    Un beso enorme, para ti y para la Ciudadana Nuria!!

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  4. Si es que no se puede pensar tanto. Buen relato ciudadano Beltrán. Un besazo.

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  5. Hola amigo ciudadano, me encanto leer tu entrada de blog y visitar tu casa , gracias por tu visita y comentario dejado en mi querido blog.

    volveré por tu casa,un abrazo de MA

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  6. Vaya disgustos nos dan estos curas.

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  7. Eso te pasa por "reaccionario" jeje
    En aquellos tiempo era más prudente mantener la boca cerrada, ahora puedes largar lo que quieras. Habla... pueblo ... habla.

    Besitos ciudadano especial

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