lunes, 25 de enero de 2010

La fiesta de gala de capitán. Relato corto

El Bloguecedario, sitio en el que colaboro habitualmente los sábados, nos proponía escribir acerca de "Amor virtual". Mi imaginación, por suerte, no está acabada y es así que lo que vais a leer ahora -publicado el pasado sábado, 16 de enero- es el resultado a la propuesta. Como siempre, espero que lo disfrutéis.

por José Manuel Beltrán


Todas y cada una de las mañanas, a primera hora, miraba hacia el cielo esperando encontrar los mínimos síntomas de esperanza. Había implorado, tanto de forma interna como de manera externa, que aquél que dirigiese la orquesta de los elementos diese paso a la siguiente página de la partitura para entrar en el alegro. Su soledad espiritual se engarzaba perfectamente con la física y es así que su imaginación había creado una forma diferente de conversación, bien fuese con la extraña figura que se formaba por la proyección de la sombra de un árbol o, por medio del continuo traqueteo que un cercano pájaro carpintero ejercía sobre los troncos de los árboles. Se podía considerar ya su mejor vecino, pues también le veía en la misma soledad con la que él cohabitaba.

Había perdido la cuenta, aún cuando se esforzó desde el principio en hacer unas muecas en uno de los árboles cercano por cada uno de los días transcurridos, en saber cuanto tiempo llevaba allí. A pesar de su extrema resignación, su cabeza ya había desechado seguir buscando explicación al por qué de esta situación. Recordaba que había bebido mucho en el transcurso de esa dichosa fiesta de gala del capitán. Recordaba también que, con la aquiescencia de su mujer sobre todo por el espectáculo que estaba dando, buscó una excusa para salir a cubierta. Allí, en el lado de proa, encendió un cigarrillo y se asomó por la barandilla dejando su cuerpo más cerca del vacío que de la propia cubierta. La fortuna quiso que no fuese engullido por el oleaje del propio barco aún cuando sus débiles gritos de auxilio no fueron suficientes para que nadie reparara en el suceso.

Tras intensos esfuerzos por nadar hacia el barco sus propias y escuálidas fuerzas le hicieron desistir en poco tiempo. Dejó que su cuerpo, casi inmóvil, fuese direccionado al capricho de la marea y el oleaje para, transcurridas un número de jornadas de las que nada recordaba, arribar a la isla. Supuso que desde el propio barco se darían todas las alarmas para iniciar su búsqueda y que la ayuda no tardaría en llegar. Sin embargo, cada vez que repasaba con la vista la cantidad de muecas realizadas en el árbol, su confianza decrecía del mismo modo que aumentaba su ansiedad.

Su única suerte la encontraba en la suave y deliciosa climatología del lugar, propia de los lugares del ecuador. Era esas noches mágicas de luna llena cuando su tristeza y embargo llenaban de lágrimas el pozo de su corazón. Recordaba su sonrisa radiante que dejaba a la luz una esmerada, por cuidadosa, blanca dentadura. Los rizos de su melena rubia ondeaban con cada uno de sus leves movimientos de cabeza. La recordaba con ese vestido azul, ajustado a su perfecta figura, que ejercía sobre sus manos la misma atracción que la de un imán hacia el hierro. Su cuerpo desnudo buscaba siempre el calor del suyo, aparte de mayor placer. Ahora, el recuerdo de Lucía solo podía ser mantenido de la misma forma que se mantienen los amores virtuales. Vanos pero no inocuos; lejanos e imposibles; irreales e intangibles. ¡Maldita fiesta de gala del capitán!.

9 comentarios:

  1. Bonito relato, aunque los amores virtuales, a veces nos distorsionan la realidad.
    Besos

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  2. Bueno muy bueno el relato amigo..recibe un cordial abrazo...y otro para la nuri...

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  3. muy bueno este relato corto!!!!

    felicitaciones!!

    un abrazo para tí y otro mas grande para nuria que hace mucho que no la veo por la red..

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  4. Hola amigo.. precioso relato, un saludo y por cierto.. jejeje.. porque no vas tu solo a por los churros??.. jjaja

    Un saludote

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  5. Me encantan tus relatos cortos, Ciudadano. Te lo he dicho alguna vez?... No?... ¡Qué poca vergüenza la mía!
    jeje

    Besos!!

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  6. Un mágnifico relato, se ve que tienes mucha imaginación.
    Lo que más me ha gustado ha sido la última parte, parece que estoy viendo la bella esposa del naufrago, con el vestido ceñido azul, ¿como no iba a pensar solo en ella?, por lo que has escrito, tenía que ser guapisima.
    Pero un amor virtual, no es real, es como un espejismo enmedio del desierto, lo ves pero no lo puedes tocar.
    Gracías por tu bonito comentario, podemos prestarle las alas al naufrago de tu relato, para que pueda salir de la isla.
    Es broma, me ha parecido un comentario muy bueno, y es cierto lo que dices en todo.

    Volaremos juntos,
    por esta ciudad
    para comprobar
    si es cierto...,
    lo que dicen de ella,
    que es la más bonita,
    que no hay nada como Marbella.

    Espero que te guste volar conmigo, porque pienso hacer lo que pone la pequeña poesía o lo que sea, no sé lo que me ha salido.
    Un besazo, ciudadano, cuando quieras,volamos.

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  7. Las relaciones virtuales no estan mal siempre que no se pierda el norte con ellas. En el caso de nuestro amigo el naufrago asi como en el de otros muchos en la red no caben por imposibles otras relaciones que no sean esas.Saludos Ciudadano

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  8. Cualquier semejanza con la virtualidad de ahora es pura coincidencia. Sera, acaso, que todos terminamos siendo naufragos de la realidad?
    Un buen cuento.

    Un fuerte abrazo para ti y tu mujer.

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  9. Si llevara sombrero, me lo quitaría ante este relato. Creo que has reunido en él todos los ingredientes de una buena historia. Una historia hecha pensamientos hechos palabras. Un lenguaje que te lleva solo hasta la cubierta del barco, hasta la desesperación de la soledad imaginaria y desemboca en esa soledad real donde uno valora lo que ha perdido.
    Una original idea sobre "el amor virtual" que nos toca la piel.
    Mis felicitaciones.
    Un beso primo ciudadano del mundo.

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