Por José Manuel Beltrán
Es curioso, y está generalmente aceptado, sentenciar que son los niños y los ancianos los que dicen verdades como puños, o casi lo que es lo mismo que siempre dicen la verdad. En uno de los casos, el de los niños, pues por no tener todavía formada su capacidad de razonamiento te sueltan lo que sea, a la primera de cambio, producto de su imaginación y de la pureza de su visión. Por contra, los ancianos, con ese gran cúmulo de bagaje que es la vida misma no ofrecen ninguna razón para tener que proclamar lo contrario de lo que se sabe o de lo que se piensa, es decir, lo contrario de la verdad.
¿Y qué ocurre con el resto de los miembros de nuestra sociedad? O dicho de otra forma, ¿cuándo dejamos de ser niños, a los efectos de la mentira, y cuándo entramos en la ancianidad para la misma cuestión?. No sabría yo recordar a qué edad, por primera vez, dije algo parecido a esto: “Mamá, yo no he sido”, o simplemente callé cuando se me preguntaba por algo delicado.
Todas las normas de educación social nos marcan un alejamiento de la mentira pues su desaparición, como cuestión filosófica inmaterial, es imposible. Es así que, quienes ejercen de padres, recalcan sobre sus jóvenes vástagos la idea de decir siempre la verdad. No se dan cuenta ellos mismos, yo mismo, que no tenemos ninguna credibilidad al realizar este aserto pues, nosotros ya hemos incurrido de forma frecuente en realizar lo contrario. Analizado este aspecto desde una cultura religiosa nos damos cuenta que decir la verdad es utópico y, queriéndonos dar más oportunidades de regeneración interior, los católicos en su decálogo de mandamientos relatan el de “no mentirás”. Con ello reafirman, todavía más, la utopía de la “verdad”.
No decimos la verdad en nuestra niñez. Los celos matan, se dice vulgarmente, y es así cuando el niño toma venganza sobre el hermano o hermana y suelta: “Mamá, Pepito me ha empujado”. Los deberes escolares siempre están acabados y esa es nuestra respuesta a la cotidiana pregunta. Suspendiste el examen y no lo comunicaste; faltaste a clase y dijiste lo contrario; sisaste dinero del monedero, de la compra y dijiste que no. Ya con novio o novia, faltaste a una cita por reunirte con los amigos; o incumpliste tu compromiso insistentemente reiterado. Le dijiste, a él o ella, que le querías cuando realmente no lo sentías. Y, consumado el matrimonio, …… ¡cuántas y cuántas más mentiras!. Mentimos en nuestra relación laboral, en el deporte, en los cuestionarios, en la declaración a
Y así, en este transcurrir del tiempo, llegamos a ancianos. Nos damos cuenta que ya poco tenemos que perder y nuestro nivel de mentira, a buen seguro, es menor. Seremos más descarados y lo soltaremos ¡sin más!. Es nuestra verdad y aunque pueda doler, que duele, ya nadie nos pasará factura y si es así ¡qué más da!.
El que quiera, pues somos expertos en ver la paja en ojo ajeno pero no la viga en el nuestro, dirá que la mayor parte de todas esas situaciones han sido, en mayor o menor medida, forzadas por la situación. Es así que, más ufanos que nadie, diremos que son mentiras piadosas. Y yo, ¿qué quieres que te diga, ciudadano?.
Ay dios.......pues no sé que decirte......
ResponderEliminarOye, oye... ¿Es un relato autobiográfico? ¡Ja, ja, ja! En ese caso tu eres de los que ven la viga en el propio ojo y no te deja ver la paja del ojo ajeno.
ResponderEliminarEs broma, pero es que parece que todas esas cosas las has hecho personalmente, y creo que, siendo tan mentiroso como dices ser, no son ciertas. Eres un buen hombre, pero hay algo en que tienes razón.
Cuando un niño miente ya no es tan inocente, pero hasta ese momento siempre dice lo que cree que es verdad a su corto entender.
A partir de ese momento la verdad comienza a asustar. Se convierte en esponja, absorbiendo lo que tiene alrededor, hasta que la esponja está saturada, y comienza a soltar lastre. Para mí que se vuelve pasota...
El pensador Szusz (puedo enviarte el libro en digital) dice que el primer pecado fue probar el árbol de la ciencia y atiborrarse de manzanas (estudiar, aprender) y el segundo pegado es hablar claro, pero lo hacemos tras la tripotera. Mientras comemos manzanas, atisbamos la realidad, y nos da miedo soltarla. Perderíamos amigos, cónyuge, trabajos... No entenderían la realidad, y nadie está preparado para salir de esta gran mentira social.
Solo lo hacemos al final, cuando se nos perdona todo...
Mi madre repetía eso de antes se coge a un mentiroso que a un cojo....Tu entrada sincera y fantática....A mi es que se me dá muy mal mentir...y me pillan. Besos
ResponderEliminarmuy buena esta entrada!!
ResponderEliminarel que no haya mentido que tire la primera piedra,no??
siempre tenemos una mentirilla para zafar, claro que es para no hacer sufrir al otro, verdad???
si una mujer está muyyyy gorda....
se lo vas a decir???
una mentirilla piadosa...por favor!!
jajajajajaja
un abrazo
buen finde
Hola J.M.B.y algunos son mentirosos compulsivos
ResponderEliminarUn saludo de MA.
!! Ya sabía yo que eras algo mentirosillo, JO, pero tanto !! jaja.
ResponderEliminarPrefiero la cruda verdad antes que una pequeña mentira para no herir. Bastante farsa hay a nuestro alrededor.
Me queda el consuelo que no veo ni la viga ni la paja porque no veo un pijo,jeje
Besitos ciudadano mentirosillo
Vamos, que está claro que todos somos unos mentirosos del copón...
ResponderEliminarBueno, a veces lo hacemos para no hacer daño a nadie. Y la mayoría de las veces, para no hacernos daño nosotros (o que no nos lo hagan)...
Será que nos queremos mucho, qué le vamos a hacer?
:)
Besos, Ciudadano!
Lo malo de muchos mentirosos, es que se creen sus propias mentiras. Mentir es humano, y es cierto que a veces son "mentiras piadosas", otras veces, mientes porque te han mentido a ti, otras porque no te conviene decir la verdad. Con el tiempo, la experiencia hace que no sea necesario mentir, solo decir lo que piensas. Un beso guapo
ResponderEliminarVes? Este es un post reflexivo y para nada aburrido! Decir la verdad me trajo y me trae muchos problemas. No sé si a toda la gente aprecia que le digas la verdad, o mejor dicho, lo que uno realmente piensa del otro. Dicen que los borrachos también dicen la verdad, el alcohol suelta la lengua, jajajajaja!!!
ResponderEliminarBESOTES CIUDADANOS Y BUEN FINDE!
Yo creo que cuando eres niño no sabes todavía las reglas de la sociedad.
ResponderEliminarNo lo llamaría yo mentiras piadosas sino lidiar la hipocresía adulta.
Si dices la verdad cuando eres adulto dicen que eres políticamente incorrecto.
Por otro lado está la seguridad en la veracidad de la verdad. Somos muy ingenuos al poner la mano en el fuego de muchas cosas sin tener en cuenta que pueden ser espejismos (mito de la caverna), entonces ¿porqué actuamos así? simplemente por relacionarnos, por ser animales sociales.
Menda:
ResponderEliminarPues tú di lo que quieras, que aquí lo puedes hacer. Un besito ciudadana.
TitoCarlos:
A tí te ha dado con la autobiografía ehhh (me quieres hundir, jajaja).
Me ha gustado, y coincido,lo de la esponja y que a partir de ese momento empieza a asustar la mentira. Llevas razón. Me interesa lo del libro digital, si puedes envíamelo.
Un abrazo, ciudadano.
Winnie0:
Es verdad. Los que normalmente no lo hacen, cuando lo realizan se les nota más. Por cierto, no logro entrar en tu espacio. ¿Qué pasa?
Un besito, ciudadano.
Adrisol:
Gracias, eres un cielo. A veces, no creas, eso de la mentira piadosa también tiene su riesgo. Pero bueno, siempre hay pecados veniales y capitales.
Un besito, ciudadana solidaria.
MA:
Lo primero gracias por tu visita y tu comentario. Espero verte por aquí más a menudo.
¿Compulsivos? ¿Algunos? ... Yo creo que esos algunos se quedan cortos.
Un abrazo, ciudadan@
Nuria González:
Es que en tí, es verdad, la mentira no existe. Por cierto, a tí no te hace falta la vista para poder ver. Ese lujo no le tenemos muchos.
Un beso, cielo.
Lourdes:
Diablillo, yo sé que tú al copón no llegas, sobre todo por no hacer daño a nadie, que tú eres un sol.
Un besito, ciudadana
Isabel:
Coincido contigo. Esos grandes mentirosos se acaban creyendo sus mentiras como si fuesen realidad. Es su falso mundo. Por ese motivo, a ellos y a sus mentiras hay que desterrarlos.
Un besito ciudadana. Recuerdos a Gallardón.
Stanley:
Mira por dónde, es verdad, se me olvidaron los borrachos. Pero no podemos enjuiciar duramente a quién, desgraciadamente, no se encuentran en condiciones normales de juicio. Seamos condescendientes.
Gracias ciudadano, un abrazo.
Ulises:
Interesante tu reflexión. Yo creo que el niño empieza a mentir, simplemente por miedo. Un miedo al castigo a recibir por causa de su inmadurez, aunque en los adultos pasa lo mismo. Lo que ocurre es que el niño aprende muy rápido, sobre todo lo inadecuado.
Un abrazo, ciudadano.
¡¡Yo deje ayer un comentario!!! Lo juro por Arturo... (que es verdad, eh??)))) y se ha borrao!!!!
ResponderEliminarBueno decía que si que a veces he soltado alguna que otra mentira piadosa... y ¿desde cuándo?? pues no se pero a mi peque de 8 años ya la he pillado en alguna, así que....
En fin.. habrá que esperar a ser viejito para decir verdades como puños!
Un besote y buen domingo!
Mi amigo...
ResponderEliminarLa verdad NO ES CIENTIFICA, la verdad es absolutamente subjetiva, la visión u óptica de cada uno le dará al mismo incidente o acontecimiento las valoraciones que sean oportunas, además esas VERDADES son condimentadas con los accesorios personales que cada ser les acople.
Si he entendido bien tu texto, creo que coincidimos en que CASI NUNCA los niños y los ancianos dicen la verdad, y eso se deberá en un caso a la imposibilidad de adquirir aun conocimientos reales, y en el otro al uso anacrónico y obsoleto de los conocimientos adquiridos, o sea la falta de actualización del chip.
En el orden religioso he de decir que la sola existencia del MANDAMIENTO (que fea palabra) al que haces mención ya da como relevante la existencia de la mentira, y si existe a nivel humano sera ese DIOS el que la puso dentro nuestro para usarla o no (igual yo soy AGNOSTICO PROFUNDO así que esta óptica ni me interesa).
Entonces si situamos a la mentira como una realidad cotidiana, y la alejamos de toda replica religiosa, y tambien la adoptamos como única salida (hablo de la mentira piadosa)... solo estamos aceptando a LA MENTIRA como una HERRAMIENTA BASICA DE USO DEL SER HUMANO.
Y esta es mi verdad.
Todo aquel que este en desacuerdo con esta tesis que arroje la primer piedra pero exijo una condición: Me tendrá que probar que NUNCA MINTIO A DREDE. Pues si no lo hace tambien corre el riesgo de ser lapidado como yo.
José Manuel, te dejo un fraternal abrazo, y mis deseos de excelente semana para ti así como para tus comentaristas.
Carlos Hugo Becerra
Pues... normalmente entre decir la verdad, mentir, o callar... suelo callar... Besos!!
ResponderEliminarY ni te cuento la cantidad de veces que se la "meto doblada" a algún que otro cliente y, ahora que no nos oye nadie, a algún inspector o sub-inspector en nombre de otros y encima me pongo más contenta que unas castañuelas, jejeje.
ResponderEliminarYo miento como una cosaca en esas cosas, en las del trabajo. Soy capaz de ponerme al teléfono y decir de todo, ahora en el cara a cara soy malísima. Se me hace duro mirar a los ojos y contar la Batalla del Salado así que se me pilla rápido, por eso ni me molesto. Al contrario, se queja la gente que cuando me cabreo las suelto tal cual vienen, porque soy de las que opinan que siendo verdades se pueden decir de sopetón y no siempre es así.
En fin, que me enrollo y no es cuestión.
Gracias por tu encendida defensa. Ya he leído tus dos comentarios y te agradezco ambos. Ya han pasado a pedir disculpas pero que sí pero que no, no sé si me entiendes, jejejeje. Que me da igual, que a burro muerto, cebada al rabo, que habría dicho mi madre.
Besitos doñito y que no te hagan pupita