Sucedió hace unas semanas. Unos invasores, procedentes del este de la provincia de Málaga, conquistaron mi castillo ubicado en la zona media de El Capricho con sus estómagos llenos sin que la centinela, que en ese momento,custodiaba mi morada, pudiese hacer nada por impedirlo. Les acompañaba una valkiria vikinga que, por supuesto, procedía de lugares más al norte.
Mi llegada no fue tal sorpresa para ellos pues, aunque no en son guerrero sino más bien plácidamente, me aguardaban sentados sobre una pequeña atalaya con vistas al jardín. Aún cuando en fechas anteriores había recibido nuevas sobre la posibilidad de tal invasión desconocía yo, con certeza, la hora de la misma. Tal es así que a mí, que me gusta entablar batalla siempre con el estómago lleno, la invasión me cogió desprevenido por lo que, el excelente plato de lentejas que de inmediato me fue servido debió de ser devorado entre prisas pues desconocía totalmente los siguientes planes de los invasores.
La rubia valkiria impuso la calma necesaria a mi desasosiego. Los invasores, absortos y cómplices de una animada charla en la que las venturas y desventuras se profesaban por doquier, se acomodaron y participaron de la misma con inusitado entusiasmo. No eran leyendas urbanas las que se sucedían por boca de los asistentes, aunque algunas eran interrumpidas por un lenguaje original proveniente de uno de los invasores.
Tras un cierto tiempo la rubia valkiria, acompañada en su decisión por la soberana del castillo, hicieron levantar el campamento ofreciendo una nueva aventura. Hacía tiempo que las tranquilas aguas del mar no eran vigiladas, por lo que se hacía necesario montar una patrulla para bajar a la playa. Como buenos escuderos, la valkiria y la soberana encontraron guardia de honor tanto en los invasores como en mí mismo y así, de tal manera aún cuando algunos envestidos en ropa más ligera, avanzamos hasta adentrarnos en las aguas del mar. Como vigías quedaron los invasores.
Refrescado el ambiente se decidió efectuar patrulla a lo largo de la costa, pudiendo observar numerosas señales que, efectuadas con la propia arena de la playa, nos mostraban detalles artísticos de otros moradores. Antes del atardecer, la patrulla se detuvo para saciar su sed en una taberna, también a orillas de la playa. Sugerí absorber cierta pócima a lo que la rubia valkiria accedió siendo degustados diferentes brebajes por el resto de los componentes de un carácter menos embriagador.
La puesta del sol nos indicaba lo cercano de un nuevo avituallamiento, esta vez mezclando brebajes con otro tipo de alimentación diferente a las legumbres. Reconocida, pues fama la precedía, una nueva posada los cinco componentes de la patrulla cenaron copiosamente manchándose los dedos, unos más que otros, ante los productos del mar.
Horas más tarde, cuando ya buena parte de la ciudadanía había conseguido localizar su propio catre, la patrulla se relajó saboreando en nueva animada charla unos productos que resultaban digestivos, por encontrarse más fríos de lo normal.
Con pocas horas para recibir al alba uno de los invasores recibió llamadas, mediante un eco especial, que reclamaba su presencia allá de dónde provino. Tras unos fuertes abrazos, besos y demás palabras de congratulación, todos, los cinco quedaron satisfechos por la colonización efectuada y recibida al mismo tiempo.
Este es el relato del encuentro de cinco blogueros en Marbella, hace escasas semanas. Sus protagonistas fueron: Montse, como la rubia valkiria; Nuria, como la soberana; Rampy y Alijodós, como los invasores y el ciudadano José Manuel (un servidor) como “el del plato de lentejas”. Chicos, sois fantásticos. Y si queréis conocer otro punto de vista, entonces debéis pinchar aquí.
Mi llegada no fue tal sorpresa para ellos pues, aunque no en son guerrero sino más bien plácidamente, me aguardaban sentados sobre una pequeña atalaya con vistas al jardín. Aún cuando en fechas anteriores había recibido nuevas sobre la posibilidad de tal invasión desconocía yo, con certeza, la hora de la misma. Tal es así que a mí, que me gusta entablar batalla siempre con el estómago lleno, la invasión me cogió desprevenido por lo que, el excelente plato de lentejas que de inmediato me fue servido debió de ser devorado entre prisas pues desconocía totalmente los siguientes planes de los invasores.
La rubia valkiria impuso la calma necesaria a mi desasosiego. Los invasores, absortos y cómplices de una animada charla en la que las venturas y desventuras se profesaban por doquier, se acomodaron y participaron de la misma con inusitado entusiasmo. No eran leyendas urbanas las que se sucedían por boca de los asistentes, aunque algunas eran interrumpidas por un lenguaje original proveniente de uno de los invasores.
Tras un cierto tiempo la rubia valkiria, acompañada en su decisión por la soberana del castillo, hicieron levantar el campamento ofreciendo una nueva aventura. Hacía tiempo que las tranquilas aguas del mar no eran vigiladas, por lo que se hacía necesario montar una patrulla para bajar a la playa. Como buenos escuderos, la valkiria y la soberana encontraron guardia de honor tanto en los invasores como en mí mismo y así, de tal manera aún cuando algunos envestidos en ropa más ligera, avanzamos hasta adentrarnos en las aguas del mar. Como vigías quedaron los invasores.
Refrescado el ambiente se decidió efectuar patrulla a lo largo de la costa, pudiendo observar numerosas señales que, efectuadas con la propia arena de la playa, nos mostraban detalles artísticos de otros moradores. Antes del atardecer, la patrulla se detuvo para saciar su sed en una taberna, también a orillas de la playa. Sugerí absorber cierta pócima a lo que la rubia valkiria accedió siendo degustados diferentes brebajes por el resto de los componentes de un carácter menos embriagador.
La puesta del sol nos indicaba lo cercano de un nuevo avituallamiento, esta vez mezclando brebajes con otro tipo de alimentación diferente a las legumbres. Reconocida, pues fama la precedía, una nueva posada los cinco componentes de la patrulla cenaron copiosamente manchándose los dedos, unos más que otros, ante los productos del mar.
Horas más tarde, cuando ya buena parte de la ciudadanía había conseguido localizar su propio catre, la patrulla se relajó saboreando en nueva animada charla unos productos que resultaban digestivos, por encontrarse más fríos de lo normal.
Con pocas horas para recibir al alba uno de los invasores recibió llamadas, mediante un eco especial, que reclamaba su presencia allá de dónde provino. Tras unos fuertes abrazos, besos y demás palabras de congratulación, todos, los cinco quedaron satisfechos por la colonización efectuada y recibida al mismo tiempo.
Este es el relato del encuentro de cinco blogueros en Marbella, hace escasas semanas. Sus protagonistas fueron: Montse, como la rubia valkiria; Nuria, como la soberana; Rampy y Alijodós, como los invasores y el ciudadano José Manuel (un servidor) como “el del plato de lentejas”. Chicos, sois fantásticos. Y si queréis conocer otro punto de vista, entonces debéis pinchar aquí.
Jose Manuel... ja,ja,ja, desde luego que a tí, al Rampy a Jose y a las chicas, ya os vale, ya!
ResponderEliminarVoy a pinchar a ver que dice el otro punto de vista. Un besote... a los cinco fantásticos
Hola querido José Manuel,
ResponderEliminarMucho gusto en conocerte!
Te escribo desde México, agradeciéndote la visita a mi pequeño rincón.
Me gusta tu blog, así que vendré seguido a verte.
Un beso para ti.
Un encuentro nunca pudo ser tan bien...contado. Besos
ResponderEliminarapm, angélica beatriz y winnie:
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que lo apsamos muy bien y fue una bonita experiencia (pues no nos conocíamos en persona -Alijodos y Rampy-).
Por cierto a mí se me ha olvidado poner los enlaces de sus historias (las reglas que las ha dado mal Rampy) pero mi Nuria, en su post, las tiene todas.
Angelica:
Es un placer tenerte a tí y, por supuesto, puedes volver cuando quieras. Un beso.
Pero edios...que relato mas bien contado...si parece un autentico relato de caballeros...me ha gustado por que le has imprimido mucho de tu gran estilo como escritor amigo mio...un abrazo...
ResponderEliminarSe os ve muy felices y las lentejas hacen una pinta buenisima...que bonita que es la amistad he pinchado y me encuentro con tu media costilla jejeje es que sabes un rato de informatica amigo.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Pero qué manera de contar el encuentro!
ResponderEliminarjajaj
Me ha encantado!
Es verdad. Cuando yo tuve un encuentro bloguero en Granada, lo llamé "Encuentros en la Tercera Fase". Vamos, que eran extraterrestres los que aparecieron por aquí...
jeje
Un beso, Ciudadano!!
Acabo de pasar por el blog de Jose (alijodos), tu invasor nº 1 pa entendernos, y ya veo que lo pasasteis de fábula. Algún dia tendremos que hacer un encuentro "bloguero" a mayor escala. Un beso guapo
ResponderEliminarFascinante tu blog de casualidad entro y me encuentro con Marbella. Me muero por conocerla besos y gracias por deleitarnos con tus escrutos
ResponderEliminarMuy buena esta versión tuya de invasión de bloggeros, y ese plato de lentejas tenía una pinta para chuparse los dedos. Si mi hijo las viera se las comería sin dudarlo.
ResponderEliminarHas narrado este encuentro manteniendo la tensión en todo momento.
¿Y por qué vikingos? ¿Son del atleti?
ResponderEliminarJe, je! Así que admites visitas invasoras... no se si estas navidades....
Un abrazote,
¡Vaya encuentro de blogueros!, se ve que lo pasatéis muy bien, pero lo que me gustaría es que nos reunieramos todos los que podamos de Marbella, y compartir esa juerga que os habéis tirado.
ResponderEliminarOye, se os ve muy felices, ¿estaban buenas las lentejas?, tienen una cara impresionante, porque ahora no tengo hambre, si no me como la pantalla del ordenador.
Espero que tengas en cuenta mi propuesta, ciudadano, me gustaría que nos conocieramos en persona de una vez.
Bueno, te dejo, voy a ver un poco la tele, un beso de esta ciudadana, da recuerdos a tu mujer, se ve muy guapa en la foto.
lo has relatado de una manera muy original si es que siempre acabas sorprendiendome jaja. Ya solo me falta leer la parte de Nuria el resto los he leido. besos
ResponderEliminarPero que bien se os ve...Me alegro mucho de que disfrutárais de ese encuentro.
ResponderEliminarMuchos besitos.
Pos si Doñito, lo has contado de lujo!!! Aquí la Vikinga que es del Atleti, si señor, se ha divertido un montón con el magnífico relato de la historia, como no podía ser de otra manera saliendo de las teclas de tu ordenador.
ResponderEliminarEres grande, Doñito. Besitossssss
Muy buenos las fotos del encuentro de blogeros y blogeras , bonito relato del encuentro de blogeros. Un saludo ciudadano de Marbella
ResponderEliminarAmo y señor del castillo, esta humilde "soberana" le rinde homenaje. Las lentejas, símbolo de riqueza ( por eso se ofrecen como última comida del año )son la ofrenda para mi señor jeje.
ResponderEliminar!! Eres el mejor relatando !!
Besitos cielo