Progesterona y cotilleo.

Por José Manuel Beltrán

Este preámbulo me crea una obligación cierta. En absoluto me considero persona con niveles altos de prejuicios. Si alguno existe, pues uno nunca puede hablar en valores absolutos, procuro que su nivel sea lo más bajo posible. Dicho de otra forma, seguro que más directa, no me considero ni feminista, ni machista sino más bien defensor de la libertad de la persona, ciudadano o ciudadana.


Pero seguro que muchos de vosotros habrá leído o escuchado los resultados de un reciente estudio de la Universidad de Michigan, en el que se termina sentenciando que “ Cotillear puede contribuir a reducir el estrés y la ansiedad, al vincular a una hormona femenina con el comportamiento social y el estado de ánimo de las mujeres “.
Se trata de la progesterona, una hormona sexual que fluctúa con el ciclo menstrual y que junto con los estrógenos contribuyen a la formación de los caracteres sexuales secundarios femeninos. Dicen los científicos que, sentirse emocionalmente cerca de un amigo aumenta los niveles de progesterona, ayudando a reducir los efectos antes indicados.

Es verdad que otras hormonas relacionadas con el comportamiento social del hombre también contribuyen a reducir el estrés, pero no a los niveles de las mujeres pues, sólo ellas, producen la hormona de la progesterona.

Si nos fijamos en determinados comportamientos sociales encontraremos a las mujeres, por regla general, mejor encuadradas que los hombres en lo que sería, por ejemplo, el inicio y desarrollo de una simple conversación. Conversación que, a buen seguro, será mucho más extensa y confortable si de compras se tratara de ir. ¡Cuidado!, he avisado antes que no quiero ser encuadrado como un machista. Y es por ello por lo que, queriendo dar razón o no a este aserto, os pregunto a vosotras. ¿Es cierto que vuestro nivel de comodidad en la conversación es superior entre dos mujeres afines que, por ejemplo, si sólo os acompañara vuestra pareja masculina?.

Otro de los ejemplos visuales, para sustentar la noticia, se trasladaba en los medios de comunicación con escenas en las peluquerías –de señoras, por supuesto- dónde se escenificaba la conversación con comentarios relacionados con las llamadas “revistas del corazón”. Es verdad que los editores de las mismas reconocen que el público demandante de estas publicaciones es mayoritariamente femenino. Yo también así lo creo, pero no dejo de reconocer que la misma revista también es leída o repasada visualmente por el género contrario. Cierto, también es, que si repasamos las estanterías de peluquerías de hombres y mujeres (aún cuando ahora existan muchas “unisex”) podremos observar claramente las diferencias de publicaciones existentes en unas y otras.

Pero lo que realmente me ha molestado de esta noticia procedente, repito, de un estudio científico es la inclusión en la misma de la palabra cotilleo. El cotilleo es la acción y resultado de cotillear. Es decir, contar chismes o cuentos y fisgonear o curiosear en asuntos ajenos. Me parece lamentable, que esta acción se quiera asociar solamente a la mujer. ¡Más claro!, me parece una actitud claramente machista llamar a las mujeres cotillas y después querer hacerlas el favor, por muy científicamente probado que diga la Universidad de Michigan, que gracias a su progesterona son capaces de reducir su ansiedad y el estrés. Mi total satisfacción por los adelantos científicos pero mi total repulsa por la simplicidad de quienes así se han atrevido a presentar la noticia. Pues cotilla es todo aquel (macho o hembra) que cuenta chismes; cuentos y fisgonea curioseando en la vida ajena.

¿ Y vosotras, qué pensáis ¿.

Salud, ciudadanas.