Este relato está especialmente dedicado a Ana, mi nuera, quién dentro de poco podrá dar cabida a todas estas sensaciones.
Un beso para tí, cielo.
Por José Manuel Beltrán
Desde hace ya varios días mi confusión es cada vez mayor. Mi cerebro, todavía, no logra alcanzar a entender lo que me está pasando. Es extraordinaria la información que estoy recibiendo pero, al estar totalmente desordenada, no logro hilar su sentido. Me encuentro como un verdadero ser pasivo y, por mucha atención que presto, el resultado es deficiente. Desde el primer momento tuve que acostumbrarme a una reiteración constante de estruendosos ruidos, máxime cuando en los meses anteriores disfrutaba de una calma total. En ocasiones, a mi cerebro llegaban por transmisión unas notas agradabilísimas que, perfectamente coordinadas, me sumían en un relajado sueño.
Desde hace ya varios días mi confusión es cada vez mayor. Mi cerebro, todavía, no logra alcanzar a entender lo que me está pasando. Es extraordinaria la información que estoy recibiendo pero, al estar totalmente desordenada, no logro hilar su sentido. Me encuentro como un verdadero ser pasivo y, por mucha atención que presto, el resultado es deficiente. Desde el primer momento tuve que acostumbrarme a una reiteración constante de estruendosos ruidos, máxime cuando en los meses anteriores disfrutaba de una calma total. En ocasiones, a mi cerebro llegaban por transmisión unas notas agradabilísimas que, perfectamente coordinadas, me sumían en un relajado sueño.
Ahora, después de salir a la luz pública en la que fui recibido con un pequeño cachete en mis glúteos produciéndome la emisión de otro estruendoso sonido, la calma ha desaparecido en su mayor parte. Mi cabeza gira de derecha a izquierda buscando el origen de tales ruidos. Algunos, por ser más frecuentes, tiendo a reconocerlos aún a sabiendas que de los dos que más se repiten, uno de ellos lo es de una dulzura especial. El otro, tratando en muchos casos de imitar al anterior, tiene un tono un poco más brusco aún cuando quiero sentir su franqueza. De vez en cuando, también es cierto, y como si no fuese conmigo ¡o quizás, sí!, los mismos sonidos frecuentes se entremezclan en tonos de nivel superior al normal y eso me desagrada.
Hoy me he despertado con unas tremendas ansias. Como de costumbre, mi primer alivio ha sido otra parte de mi cuerpo. No sabría muy bien como explicarlo pero la succión de mis dedos me aporta tranquilidad. La mayor parte de las veces, como queriendo tragarlos todos, los dedos se encogen formando un puño el cual también sigue siendo de mi interés su succión. Como todos los días he abierto mis grandes ojos y, esta vez, las sombras y las luces han entrado por mi retina sin distinción de unas y otras. Observo como algo se mueve a mi alrededor y cómo una imagen, que quiero distinguir pero que siento más como bella, muy enfrente de mí, me susurra vocablos que aún no logrando entenderlos me resultan cada vez más familiares.
La posición de mi cuerpo ha cambiado de lugar. Denoto que necesito ayuda externa pues, aún cuando mis ansias son tremendas, yo no habría sido capaz de alcanzar esta nueva situación. Todo mi cuerpo se mueve con algarabía. El transporte ha sido realizado con suma elegancia y meticulosidad y me siento más arropado que antes. No logro alcanzar la razón pero ahora me siento mucho más cómodo, a la vez que seguro. Aún cuando algo más apretado, siento un roce que me resulta familiar. A pesar de ello no tengo más remedio que dar una muestra de disconformidad y de una parte de mi cuerpo, hacia el exterior, se produce un gemido. Las luces y las sombras continúan sobre mi retina pero otro sentido, que creo debo desarrollar más, me induce a localizar lo que, a buen seguro, me va a otorgar mayor placidez.
Mi boca, no dirigida por mí, se encamina hacia una pequeña protuberancia de suave y delicado tacto. Mis dedos siguen obstaculizando este pequeño objetivo y, súbitamente, son apartados por otros mucho más grandes que los míos sin ninguna otra mala intención. No quiero reparar en la intención pues yo, ahora, creo haber ganado la batalla. La succión, que nadie me ha enseñado pero que parece ser que practico con gran éxito, está dando resultado. Siento una agradable humedad en mis labios y como esta se adentra por mi boca. A veces, por causa de mi ansiedad, la succión se interrumpe pero la misma mano de antes me recoloca de nuevo. Después de varios meses creo ya haber adivinado por qué me sucede esto. Tengo hambre y, algo que siento como mío, me complace en mitigarla. Aún cuando, cada cierto tiempo, siento un ligero cambio de esa pequeña protuberancia a mí no me importa pues la sustancia emitida, y para mí bien agradecida, me hace sentir feliz. Creo que es la misma felicidad que por los poros del cuerpo que me ase siente la otra persona. Esa luz y esa sombra que, día tras día, me susurra bellos sonidos. Solo quiero poder reconocerla mejor pero creo que para eso todavía me queda algo de tiempo.
F I N
Que bonito querido amigo...tu nuera debe sentirse orgullosa de tener un suegro como tu...te ha quedado bordado amigo...un abrazo...
ResponderEliminarJo, qué chulo, José Manuel!
ResponderEliminarMe ha encantado...
Ese suegrooooo... Oé!!
jajajaj
Besos, Ciudadano!
¡Qué bonita entrada!, lo has bordado, se nota que eres abuelo, si tu niet@ lo leyerá, pensaría que lo ha escrito él o ella.
ResponderEliminarFElicidades por tan bonita y acertada entrada sobre las vivencias de un pequeñin cuando se ve en el mundo exterior, fuera del seno de la madre, tu nuera debe estar muy feliz con esa joya que la vida le ha dado.
Abuelo-ciudadano, estarás contento, te dejo para que disfrutes de esa cosita, un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarFelicidades!!!! precioso tu post, encantador, un babero para el abuelo !!! :) y que bello regalo le hacès a tu nuera.
ResponderEliminarBesos
Antes quería escribir más cosas pero tengo problemas con intenet, se ha cortado varias veces...
ResponderEliminarEste relato, al menos para mí, es uno de los mejores que has escrito. Desde el primer momento conectas con ese mundo de luces y sombras en el que todos hemos debido estar.
Lo difícil es sumergirte en él como tú lo has hecho.
Te ha quedado estupendo, además es un bonito regalo para Ana.
( y ahora voy a intentarlo otra vez )
Besitos guapo
Esta claro que la tecnología no quiere colaborar. Lo intentaré mañana de nuevo.
Imaginación, ternura, creatividad, amor. Este relato tiene todos estos ingredientes y algo más: Tu maravillosa pluma. Felicitaciones José, espléndido regalo para tu nuera.
ResponderEliminarBESOTES CIUDADANOS.
Por favor, podrías pasar hoy por mi blog? Muchas gracias.
ResponderEliminarBESOTES.
que bien relatado!!
ResponderEliminarme encantó!!!!
debe estar orgullosa tu nuera de tene un suegro cómo tú...
felicitaciones!!
besossss
Dedicado a Ana....
ResponderEliminar¡Anda yá! ¡Abuelete!
Francamente magnífico. Entre tanto relato en que hablamos de muerte, guerra o de todo tipo de conflictos aparece uno que se le ocurre hablar del principio de todo, cuando todo era ternura y bienestar.
Ana guardará el relato, y se lo leerá a tu niet@ en cuanto tenga entendederas.
Suerte tiene de tenerte como abuelo; suerte tienen de tenerte como suegro, padre o conpañero sentimental; suerte tenemos de conocerte, pedazo de pan con ojos!
No dejes nunca de escribir, amigo ciudadano...
¡Extraordinario!
ResponderEliminarLo más gracioso es que todos hemos vivido esa experiencia, la debemos llevar en nuestro subconsciente, pero no la recordamos; y al leerte hacemos todos como una regresión mental a ese mundo de sensaciones y sabemos que fue así, tal como lo describes, ¡Me has sorprendido!
Solo me queda felicitarte porque por lo que he leído acabas de ser abuelo, de una criatura muy afortunada, porque no le faltará el amor y el cariño de su familia y eso es un pilar importantísimo.
¡Enhorabuena! a ti y también a la abuela.
Mil besos y... me ha encantado el relato.
Lo primnero decirte que ya están los comentarios. No sé por qué me entran como SPAM pero ahí están ya. GRacias...voy a leerte que ésto tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminarSi por algo cuando suenan campanas...será que tenía que conocer tu blog y nunca se lo llegaré a agradecer a Tito Carlos. ¡Qué belleza de regalo de relato para una nuera o para un futur@ niet@! Entro en tu blog por la puerta grande. Besos y te sigo
ResponderEliminarVaya suegro estas hecho,eh? Precioso.
ResponderEliminarUn abrazo ciudadano
Hola ciudadano, veo que te ha gustado mi poesía, es un canto al amor, siento en ella el mismo dolor que la persona que es abandonada, aunque nunca lo he sido, más bien he abandonado yo, ya me conoces, no tolero tomaduras de pelo, y menos en un cosa tan sería como es el amor entre dos personas, pero si una no se lo merece, borrón y cuenta nueva, la vida sigue.
ResponderEliminarEn la orilla del mar te espero, cuando tú quieras, una reunión de bloguers estaría estupenda, en nuestras playas, con nuestro sol, y ahora, con toda tranquilidad, nos hemos quedado más tranquilos sin tantos pijos, como decías en tu entrada.
Un beso ciudadano, otro para tu nietecit@, a tu mujer ya se lo he dado.
¡que bonito te ha quedado! seguro que le encanta a tu nuera y por cierto felicidades que en nada serás abuelo :). besos
ResponderEliminarQué preciosidad de escrito!
ResponderEliminarQue personal. Suerte.
ResponderEliminarFelicidades por el nieto y por la entrada. Francamente es muy buena. Al cambiar el tono de tu escritura hasta he llegado a pensar que era alguien que escribia en tu blog. Me ha resultado muy literario. Besos muchos, Muy Bien.
ResponderEliminar