Angeles y demonios

por José Manuel Beltrán

De nuevo los cinéfilos se sienten amenazados por lo que es su gran pasión: el cine o, mejor dicho, las películas. Ha llegado a las pantallas españolas el estreno de la última película protagonizada por el incansable Tom Hanks. Como ahora lo moderno, quiero decir lo comercial, es fomentar las sagas ¡hete aquí! que el actor y productor no ha tenido ningún inconveniente en volver a recrear las aventuras, al estilo Indiana Jones, del estudioso profesor de simbología, Robert Langdon. Por cierto, se me olvidaba, aunque ya muchos sabrán que estoy hablando de Angeles y Demonios, adptación cimematográfica del nuevo libro, en plan best-seller, de Dan Brown.

Esta vez, al contrario que con El Códido Da Vinci, todavía no he leído el libro. Totalmente lógico, pues ni le he comprado ni nadie me lo ha regalado todavía. Haber hecho lo contrario, en la anterior ocasión, me supuso una decepción enorme. Malgasté mis cinco eurillos en el visionado estúpido de un film que daba tres patadas al libro original. Lo que ya, entonces, suponía una historia egocéntrica -no en el misterio, sino en la interpretación de Tom Hanks- ; lo remataba una chica mona y un inspector de policía de chiste, a lo Clouseau.

La decisión ahora ha sido la contraria, pero mucho me temo que -una vez leido el best-seller de Dan Brown- vuelva a tener las mismas sensaciones, si bien es cierto que las dos horas de duración se me han hecho un poco más soportables.

Pretende darse en la película una conexión seria entre la ciencia, la física, la historia y la religión. Que por medio de un experimento científico se aisle la antimateria para dar significado a la creación del mundo, ¿divino o humano?, para darle un tratamiento de aventura o intriga como consecuencia del robo, por parte de una secta: los Illuminati, de una cápsula que contiene esa antimateria al objeto de destruir el Vaticano y su representación histórica, me parece del todo hilarante.

Asegura el escritor, según hechos históricos, que la antigua hermandad de los Illuminati allá por el 1.600 fué perseguida; sus miembros asesinados y, finalmente, destruida por el Vaticano por defender y cuestionar, bajo parámetros científicos, cuestiones religiosas. Según el escritor e historiador la secta estuvo formada por científicos y artistas de la talla de Galileo Galilei y Bernini. Los descendientes de esa secta, en plan cinematográfico, mantienen el juramento de destruir -en pura represalia- el propio Estado Vaticano y a quién lo representa.

Para ello, inundando la película de disquisicione simbológicas, el profesor americano -no creyente- es llamado por el propio Vaticano para abortar tal hecho. En pleno cónclave, dada la muerte del Papa, se produce el secuestro y la amenaza de asesinato de cuatro cardenales privilegiados. Estos van siendo ejecutados en distintos lugares simbólicos de Roma hasta que, el Indiana Jones de la película, junto con una joven científica que es capaz de refutar hasta el propio Einstein logra desenmascarar a la secta, ya introducida hasta el mismo corazón vaticano.

Sólo me voy a quedar con la última frase de la película. El Cardenal camarlengo, primer ayudante del recién nombrado Papa, una vez resuelto el caso se dirige al profesor Langdon diciéndole: "La Iglesia siempre ha estado formada por hombres y los hombres, querido amigo, somos imperfectos".

Angeles y demonios ¿quién es quién?. Cada uno, que saque sus propias consecuencias.

Salud, ciudadanos.