La Universidad y "El Cachuli"

Por José Manuel Beltrán

Popularmente se dice que no hay mejor formación, incluida la universitaria, que nuestra propia vida. Es cierto pues, a lo largo de ella, se acumulan experiencias que van modificando nuestros pensamientos y actos según pasan los años. Existen unos valores que, inculcados desde la infancia, se desarrollan acorde a la educación recibida pero esta educación hay que complementarla con nuevos conocimientos, y por ende con nuevas experiencias.

La Universidad es el ente que, de forma mayoritaria, acoge a nuestros jóvenes para que después de unos ¡ no sabría definir cuántos ! años desarrollen su vida acorde a la sabiduría inculcada. Por supuesto que necesitan de su propio esfuerzo pero también de docentes que sepan irradiar a sus alumnos no sólo la esencia de la materia sino también su aplicación. Es por ello por lo que la Universidad celebra conferencias y cursillos en los que otros invitados ajenos al centro puedan dar puntos de vista, si cabe diferentes, a los del catedrático evaluador. Ponentes e invitados a los que se considera tener alto conocimiento de la materia a exponer.


Y hete aquí que, la madrileña y prestigiosa Universidad Rey Juan Carlos, organizará el próximo verano unos cursos en los que se incluye la ponencia sobre “Periodismo y corrupción política”. El director del curso dice que, el objetivo del mismo es el combate de las instituciones del Estado de Derecho contra la corrupción política y para ello además de ponentes reconocidos, como el juez Santiago Torres, no se le ocurre otra cosa que cursar invitación a “El Cachuli”. Para los que no lo conozcan, este individuo que denigra su antigua profesión de camarero, indigno ex alcalde de mi ciudad, Marbella, y que actualmente cumple condena por varios delitos urbanísticos (por mor de nuestra legislación ahora en tercer grado, o sea, que se está ensuciando nuestras calles con sus pisadas), se encuentra también imputado en otras 50 causas judiciales pendientes de resolución. En los folios de los numerosos juzgados figura su nombre completo: Julián Muñoz Palomo. Así lo ha hecho constar uno de los ponentes invitados- por supuesto de reconocida solvencia académica y profesional y con capacidad suficiente para desarrollarla-, me refiero al Santiago Torres, el magistrado que llevó a la cárcel al socialmente impresentable.

La presión mediática, y la de la razón, parece haber hecho dar marcha atrás al organizador de los cursos universitarios. Él Pensaba que era una persona necesaria para que los alumnos tuviesen, de primera mano, información sobre la corrupción. ¡Pero que desfachatez!. Es como si en un curso de criminología, para la mejor comprensión de la materia, los alumnos debiesen antes de apuntarse haberse “cargado” a algún ciudadano.

La Universidad está para otras cosas y, si acaso, le propongo al organizador que remita las conclusiones del cursillo al centro penitenciario (dónde debía estar por mucho tiempo) el, para mí por sus actos, repugnante “Cachuli”
Salud, ciudadanos.