Que en este país somos, en muchas ocasiones, sencillamente geniales no creo que lo vaya a poner en duda nadie y, si así llegara el caso, un servidor estaría enarbolando la bandera del orgullo patrio para defenderse de cualquier ofensa proveniente del exterior que, por injusta, a mí me pareciera.
No quiero yo quitar ningún mérito a otra serie de inventos extranjeros, la verdad es que no se lo quitaría a ninguno excepto a los que, por su mala utilización, han causado grandes desastres y tragedias. Pero claro, no tienen la culpa quiénes inventaron la pólvora o la bomba atómica –aunque más vale decir que la descubrieron- sino quienes por su manipulación en contra de otros han degradado el “invento” a la categoría de deleznable y peligrosa.
Aquí con un grado más picaresco, al estilo de Góngora y Quevedo, sabemos sacar más partido popular de nuestros inventos y, sobre todo, si éstos nos ayudan a saciar nuestra sed después de una buena ingesta de alimentos o de cualquier otro sobreesfuerzo, sea realizado éste con agrado o no.
El protocolo, entre otras cosas, regula que una mesa bien colocada debe contener una copa específica para el aperitivo; otra para el agua; diferentes según sea vino blanco o tinto; champagne o cava y, por supuesto, la de los licores. Pero en Minglanilla de Abajo - nombre de pueblo totalmente inventado en este momento y que, como ejemplo que es, no pienso recurrir al atlas para saber si existe o no – con los mismos suculentos manjares que los servidos en la mesa protocolaria ¿o quizá más?, los cuencos para absorber líquidos se reducen al porrón, la bota y el botijo. ¡Bueno también es cierto que para los más torpes en su utilización, se ha colocado unos simples vasos de duralex!.
Una tripa de cuero, curtido y ensamblado de tan elegante forma, da paso por medio de una agradable y hasta erótica presión, al líquido elemento que fluye delicada y rítmicamente haciendo que nuestras papilas gustativas despierten de inmediato. Cerrada herméticamente es transportable sobre el hombro a la vez que irrompible y con gran capacidad de regeneración. Su nombre es la bota, parecida a una “b” minúscula como la ahora representada.
Como somos un pueblo amante de las letras, la réplica hacia la bota la efectuamos desvirtuando ligeramente el gráfico de la “v” y así es como engordando su forma gráfica, gracias al artístico soplido que se formula sobre el cristal, conseguimos otra maravilla de arte que no es otra, que el porrón. Nos permite, como regla básica para tomar el vino, escanciar el líquido para que “rompa” contra sus paredes y haga despertar su olor y sabor. Y, tras una ligera inclinación y a una sola mano, desde la tierra elevaremos el mismo para conseguir un maravilloso efecto: sentir el deleite de su contenido con la mirada siempre puesta al cielo. ¡Que mayor homenaje a la sensibilidad y la naturaleza!.
No quiero yo quitar ningún mérito a otra serie de inventos extranjeros, la verdad es que no se lo quitaría a ninguno excepto a los que, por su mala utilización, han causado grandes desastres y tragedias. Pero claro, no tienen la culpa quiénes inventaron la pólvora o la bomba atómica –aunque más vale decir que la descubrieron- sino quienes por su manipulación en contra de otros han degradado el “invento” a la categoría de deleznable y peligrosa.
Aquí con un grado más picaresco, al estilo de Góngora y Quevedo, sabemos sacar más partido popular de nuestros inventos y, sobre todo, si éstos nos ayudan a saciar nuestra sed después de una buena ingesta de alimentos o de cualquier otro sobreesfuerzo, sea realizado éste con agrado o no.
El protocolo, entre otras cosas, regula que una mesa bien colocada debe contener una copa específica para el aperitivo; otra para el agua; diferentes según sea vino blanco o tinto; champagne o cava y, por supuesto, la de los licores. Pero en Minglanilla de Abajo - nombre de pueblo totalmente inventado en este momento y que, como ejemplo que es, no pienso recurrir al atlas para saber si existe o no – con los mismos suculentos manjares que los servidos en la mesa protocolaria ¿o quizá más?, los cuencos para absorber líquidos se reducen al porrón, la bota y el botijo. ¡Bueno también es cierto que para los más torpes en su utilización, se ha colocado unos simples vasos de duralex!.
Una tripa de cuero, curtido y ensamblado de tan elegante forma, da paso por medio de una agradable y hasta erótica presión, al líquido elemento que fluye delicada y rítmicamente haciendo que nuestras papilas gustativas despierten de inmediato. Cerrada herméticamente es transportable sobre el hombro a la vez que irrompible y con gran capacidad de regeneración. Su nombre es la bota, parecida a una “b” minúscula como la ahora representada.
Como somos un pueblo amante de las letras, la réplica hacia la bota la efectuamos desvirtuando ligeramente el gráfico de la “v” y así es como engordando su forma gráfica, gracias al artístico soplido que se formula sobre el cristal, conseguimos otra maravilla de arte que no es otra, que el porrón. Nos permite, como regla básica para tomar el vino, escanciar el líquido para que “rompa” contra sus paredes y haga despertar su olor y sabor. Y, tras una ligera inclinación y a una sola mano, desde la tierra elevaremos el mismo para conseguir un maravilloso efecto: sentir el deleite de su contenido con la mirada siempre puesta al cielo. ¡Que mayor homenaje a la sensibilidad y la naturaleza!.
Unos le consideran el hermano menor de la familia, más torpón, pesado y, generalmente, transmisor de una sola variedad de líquido sin sabor. Su figura geométrica se asimila más a un “8”, que en su mitad gráfica superior contiene una nariz y una oreja, siempre bajo un espectacular arco. De barro cocido, ha servido de acompañante a los alféizares de las ventanas buscando siempre cobijo en la sombra, dónde reposaba encima de un plato que recogía su exudación. Fiel compañero rural recoge en su interior unas bolitas de anís que refrescan al agua portada. Pero ahora, casi olvidado, solo puede ser apreciado en ¡quizás!, alguna horchatería o heladería. ¡Ay, botijo de mi alma!, cuán embarazado pareces para dar a luz tan elemental elemento.
Botijo, porrón y bota, todos ellos, tienen en común otra norma muy alejada del protocolo pero que les realza en solidaridad. El mismo de cada uno de estos sublimes elementos puede ser utilizado por muchas personas a la vez, bebiendo del mismo líquido, pero sin compartir babas con los demás. Lógicamente se ha de efectuar un mínimo aprendizaje al estar totalmente prohibido tomar contacto de la boca con el orificio por dónde fluye el líquido. Pero esto, es cuestión de costumbre. Y es así que, fuera de protocolo, yo reitero mi afirmación del principio: En este país somos, en muchas ocasiones, sencillamente geniales. Salud, ciudadanos.
Sí, estos inventos son estupendos, aunque he de decir que beber en botijo nunca se me dio nada bien. Un invento que también es nuestro, aunque no tiene que ver con esto es la fregona. Nos ha quitado mucho tiempo de trabajo.
ResponderEliminarYo pasaba las de Caín, cuando iba a beber agua en el botijo, porque tenía y tengo muy mal pulso.
ResponderEliminarUn rampyabrazo.
Claro que somos los mejores jajaja y tú eres un ejemplo de genialidad. Sabes sacarle jugo a cualquier artilugio jeje. Vaya repaso que nos has dado con el arte de beber, me has dejado ...borracha perdíííaaaa.
ResponderEliminarBueno voy a recuperar la cordura, cogeré el botijo, no con el mismo arte que tú, y tomaré un buen trago de agua para soportar mejor el polvoooooo que hay en la casaaaaa.
Besitos cielo, me encantan tus relatos y además los haces tan bonitos.
Amigo estos utensilios ya casi en desuso por las normas protocaolarias que impone la mesa mas exigente es algo que une en una buena reunion de amigos que se precie..yo me crie con los botijos en los bares y su agua era siempre refrescante..Y que decir del porron..Por eso esta entrada me ha llegado al alma amigo mio..Un buen homenaje sin duda...un abrazo joven y ya no tan serio amigo...jejejeje.
ResponderEliminarHola, hace tiempo que no te visito, por falta de tiempo, a veces, otras por otras causas,
ResponderEliminarYo he bebido en el botijo, el porrón y la bota, y nose me daba mal, es una pena que se hayan dejado de usar.
Sobre todo me acuerdo del botijo, que refrescaba tanto el agua, y con esas gotitas de anis que dices, estaba de escandalo.
Llevas razón, en los pueblos pequeños se come igual, o mejor, pero las comidas son mejores,
y no hay que tener tanto protocolo como en los grandes restaurantes, que además cuestan más caros.
Felicidades, ciudadano, por tan bonita e ilustrativa entrada, un abrazo.
Jo, pues yo ni sé beber en bota, ni en botijo ni en porrón...
ResponderEliminarTriste pero cierto, sí.
De todas formas es un espectáculo ver a la gente hacerlo con tanto arte, eh?
jejej
Besos, Ciudadano!!!
Buen homenaje a los productos patrios.
ResponderEliminarYo el porrón en la piscina con cerveza con gaseosa, la bota para las excursiones y el botijo en el suelo de la cocina del pueblo con agua anisada como bien explicas.
La explicación del enfriamiento del agua en un botijo es por la pérdida de calor latente a través de los poros del barro. Impresionante.
`Pues es verdad, estos invento no están en otros paises y son muy nuestros, pero a mi el porron y el botijo es mancha segura,prefiero el vaso o la copa.
ResponderEliminarUna entrada muy original.
Un abrazo!!!
Anabel:
ResponderEliminarLo tuve en cuenta, no creas, pero como iba enfocado a la bebida me quedé con estos tres. La fregona, el chupachus, el talgo, el helicóptero o autogiro, etc.. GENIALIDADES.
Rampy:
Prueba con dos manos ¡hombre! que así tiembla menos.
Nuria:
A tí, para quitarte el polvo de encima (cuidado no penseis mal los demás que, aunque algún derecho adquirido tengo, se respetar al personal ehh) no te pondré ni el porrón, ni el botijo ni la bota. A tí, mi reina, te doy de beber, si es necesario, con mis propias manos. Un beso, cielo que ya queda poco con la obra ¿será verdad?
Alijodos:
Si es que tú tienes el alma a flor de piel, xiquillo. Pues mira yo cuando lo escribía estaba recordando esas mismas sensaciones. Un abrazo, ciudadano "cachondo" jajaja
Demófila:
Tú entra aquí cuando quieras y cuando puedas que, siempre, serás bienvenida. En los pueblos y en sus gentes está la esencia verdadera de este país. Ya nos juntaremos para echar unos sorbitos del porrón. No lo dudes.
Un beso, marbellera.
Lourdes:
Está visto que mi "diablillo encantador" siempre se sale del tiesto. Vamos, que no sabe beber de ninguno. Lo que te digo, clases particulares en Graná.
Un besazo, diablillo.
Ulises:
Es verdad, se me había olvidado la "clarita" en el porrón. Buen detalle, sí señor. Y ahí está, no la Puerta de Alcalá, sino la explicación científica del por qué del fresquito en el botijo. Y es que, con estos comentaristas, este blog es un lujo. Sí señor. Un abrazo, ciudadano.
Estela:
Estos inventos son tan nuestros como el chorizo de cantimpalo y el jamón, sea de bellota o no. Llevas razón. Pero con una paellita también tienen un buen acompañamiento ehhh pero veo que algunas no ganan para tintorerías.
Un besazo, ciudadana
Bien por esa genialidad y... Salud!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti... y otra vez, salud!!!!!!!!! jajajajajjajajajajajaja
Hola J.M.B, antiguamente se usaba más el pipo o botijo para refrescarse con los calores del verano en Andalucia,y la bota para tomar un trago de vino y el porron , en los viajes y excursiones por el campo, me gusto pasar por aquí y recordar viejos tiempos al ver tu post .Un saluso de MA .
ResponderEliminarTodos me resultan muy atractivos, pero no sé beber en nada de eso!!!!
ResponderEliminarBESOTES CIUDADANOS!
y qué pena que se estén perdiendo estos buenos hábitos, esa sensación de familia en la que se reunian todos alrededor de una buena mesa, sin tanto protocolo pero con muchísima más alegría.
ResponderEliminarel porrón siempre en la mesa, la bota imprescindible en un partido de futbol jajaja y un buen trago de agua fresca en ese maravilloso botijo.
Un besito ciudadanooo
Pues sí señor!!!! Somos geniales, y en ocasiones el protocolo hay que pasárselo por los cañones de Navarone!!!
ResponderEliminarsalvador pliego:
ResponderEliminarSalud siempre, ciudadano. Muchas gracias por tus palabras.
MA:
Lo ves? ya he aprendido algo nuevo. No conocía yo lo del vocablo "pipo" para denominar al botijo.
Eres un cielo, ciudadana. Un besito.
Stanley:
Nunca es tarde para aprender amigo. Ya verás, cuando lo pruebes seguro que te gustará. Un abrazo, ciudadano Stanley.
Una sonrisa:
¡¡Que celebraciones¡¡ lástima que ya no sean así, por regla general. Muchas gracias por tu comentario. Un besazo, ciudadana.
Menda:
Jajajaja. Me ha encantado eso de "los cañones de Navarone"... así que coincido contigo.. el protocolo me lo pasó por el cañón....
Ummm! No podía resistirme a leer algo tan entreñable como el botijo, la bota y el porrón. Tan entrañable y tan nuestro. Siempre quise aprender a beber del botijo que mi abuela tenía en su cocina, pero siempre terminaba bebiendo en los vasos de duralex. Lo mismo me ocurrió cuando intenté aprender de la bota y el porrón. Pero sea como sea, espero brindar algun día juntos.
ResponderEliminarSalud!