Soy un animal de costumbres. Es así que todo los lunes reproduzo aquí el relato publicado en el Bloguecedario, esta vez el pasado 13 de noviembre. La frase propuesta era: Un día en tu vida. Espero que os guste.
Por José Manuel Beltrán
Esta vez no fue necesario que el despertador cumpliese con su función diaria, esa que inexorablemente salvo por fallo lógico del artilugio, da pauta a una sucesión de rutinas para, en demasiadas ocasiones, provocar aburrimiento. Como de costumbre, la persiana no había efectuado su total recorrido y dejaba que los rayos del sol fuesen calentando el lecho, nunca de forma tan extrema a como los dos cuerpos que sobre él yacían lo habían hecho durante buena parte de la noche.
Adrianne, con sumo cuidado, deslizó su desnudo cuerpo sobre la sábana de seda y se fue directamente a la ducha aunque antes, sin poder resistir la tentación, depositó suavemente un beso sobre su mejilla. - “Te quiero amor y no sabes lo feliz que me haces”. Apresuradamente, pues ya se le hacía tarde, se aplicó la crema suavizante incidiendo más en las piernas y, sin hacer apenas ruido, se puso su vestido más femenino. Antes de salir dejó una nota sobre la mesilla de su acompañante. “Nos vemos en el Juzgado. Me siento exultante ya tan solo por poder compartirte”.
Minutos antes de las once del mediodía, la puerta de la secretaria del Juzgado se abrió para anunciar sus nombres. Con evidente nerviosismo se adentraron en la nada lujosa estancia acomodándose en unas envejecidas sillas. La secretaria revisó toda la documentación en la que se incluían todo tipo de informes y de dictámenes. Los desordenó y volvió a ordenarlos sabedora de cómo a su señoría le gustaría encontrárselos. Tras unas simples preguntas, que no hicieron más que corroborar lo ya escrito, les indicó que volviesen media hora pasado el mediodía pues el juez había avisado de su retraso.
Salieron con sus manos unidas y entrecruzados los dedos. Ya en el exterior, con un sol radiante poco usual en París y ante la mirada atónita de muchas de las personas que por allí pululaban, sus labios se fundieron en tan apasionado beso que, por largo e intenso, parecía anunciar el inicio del acto sexual. Abrazos y multitud de gestos que llegaron a causar comentarios despectivos de los transeúntes aún cuando otros se mostraban indiferentes. Cierto es que esta vez lo era de forma más efusiva pero ese era su comportamiento normal en la calle, al igual que lo hacían buena parte del resto de las parejas.
Sin darse cuenta del tiempo transcurrido, de nuevo, se vieron en la sala del juzgado pero ahora ante el magistrado Guirod, cuestión que no les agradó en absoluto pues ya conocían de sus ideales. El juez, de forma parsimoniosa, repasó todo el expediente sin encontrar ningún “fallo técnico”, según sus palabras y remarcando además, como muy positivo, la madurez de su decisión. Les indicó que la reglamentación les amparaba “en parte”, enfatizando el apostillado de la frase y que, a pesar de su convicción personal en contra de lo que pretendían, su fallo sería favorable siempre y cuando firmasen un documento en el que confirmasen que no se encontraban bajo la relación y conducta ….. Antes que el magistrado pudiese acabar la frase, Adrianne, haciendo uso de su dulce voz pero con una firmeza avalada por el beso de Camile, le contestó.
- En absoluto, magistrado Guirod. Camile y yo nos queremos, hacemos vida en pareja desde hace once años y bajo ningún concepto renegaremos de nuestra libre homosexualidad y es por ello que, aunque nosotras queríamos que hoy no fuese un día cualquiera de nuestra vida, usted por inducción y el Presidente de la República representado aquí por el fiscal, no conseguirán que renunciemos a ello máxime cuando de lo que se trata es de volcar nuestro amor en el hijo que pretendemos adoptar.
Por José Manuel Beltrán
Esta vez no fue necesario que el despertador cumpliese con su función diaria, esa que inexorablemente salvo por fallo lógico del artilugio, da pauta a una sucesión de rutinas para, en demasiadas ocasiones, provocar aburrimiento. Como de costumbre, la persiana no había efectuado su total recorrido y dejaba que los rayos del sol fuesen calentando el lecho, nunca de forma tan extrema a como los dos cuerpos que sobre él yacían lo habían hecho durante buena parte de la noche.
Adrianne, con sumo cuidado, deslizó su desnudo cuerpo sobre la sábana de seda y se fue directamente a la ducha aunque antes, sin poder resistir la tentación, depositó suavemente un beso sobre su mejilla. - “Te quiero amor y no sabes lo feliz que me haces”. Apresuradamente, pues ya se le hacía tarde, se aplicó la crema suavizante incidiendo más en las piernas y, sin hacer apenas ruido, se puso su vestido más femenino. Antes de salir dejó una nota sobre la mesilla de su acompañante. “Nos vemos en el Juzgado. Me siento exultante ya tan solo por poder compartirte”.
Minutos antes de las once del mediodía, la puerta de la secretaria del Juzgado se abrió para anunciar sus nombres. Con evidente nerviosismo se adentraron en la nada lujosa estancia acomodándose en unas envejecidas sillas. La secretaria revisó toda la documentación en la que se incluían todo tipo de informes y de dictámenes. Los desordenó y volvió a ordenarlos sabedora de cómo a su señoría le gustaría encontrárselos. Tras unas simples preguntas, que no hicieron más que corroborar lo ya escrito, les indicó que volviesen media hora pasado el mediodía pues el juez había avisado de su retraso.
Salieron con sus manos unidas y entrecruzados los dedos. Ya en el exterior, con un sol radiante poco usual en París y ante la mirada atónita de muchas de las personas que por allí pululaban, sus labios se fundieron en tan apasionado beso que, por largo e intenso, parecía anunciar el inicio del acto sexual. Abrazos y multitud de gestos que llegaron a causar comentarios despectivos de los transeúntes aún cuando otros se mostraban indiferentes. Cierto es que esta vez lo era de forma más efusiva pero ese era su comportamiento normal en la calle, al igual que lo hacían buena parte del resto de las parejas.
Sin darse cuenta del tiempo transcurrido, de nuevo, se vieron en la sala del juzgado pero ahora ante el magistrado Guirod, cuestión que no les agradó en absoluto pues ya conocían de sus ideales. El juez, de forma parsimoniosa, repasó todo el expediente sin encontrar ningún “fallo técnico”, según sus palabras y remarcando además, como muy positivo, la madurez de su decisión. Les indicó que la reglamentación les amparaba “en parte”, enfatizando el apostillado de la frase y que, a pesar de su convicción personal en contra de lo que pretendían, su fallo sería favorable siempre y cuando firmasen un documento en el que confirmasen que no se encontraban bajo la relación y conducta ….. Antes que el magistrado pudiese acabar la frase, Adrianne, haciendo uso de su dulce voz pero con una firmeza avalada por el beso de Camile, le contestó.
- En absoluto, magistrado Guirod. Camile y yo nos queremos, hacemos vida en pareja desde hace once años y bajo ningún concepto renegaremos de nuestra libre homosexualidad y es por ello que, aunque nosotras queríamos que hoy no fuese un día cualquiera de nuestra vida, usted por inducción y el Presidente de la República representado aquí por el fiscal, no conseguirán que renunciemos a ello máxime cuando de lo que se trata es de volcar nuestro amor en el hijo que pretendemos adoptar.
En tiempos modernos..relato moderno y muy muy real. Me ha gustado...besos
ResponderEliminarMuy bonito relato. Esto demuestra que de valientes se han escrito muchas historias.
ResponderEliminarBien hecho Ciudadano
Pues me ha encantado Ciudadano...
ResponderEliminarMuchos besitos.
Cuando el amor anda por medio, la lucha es más poderosa y los resultados se dejan notar.
ResponderEliminarTu relato refleja rebeldía, tesón, amor y un futuro que promete libertad, mucha libertad.
Me ha dejado un buen sabor de boca.
Besitos mi querido ciudadano.
José Manuel, me has dejado un buen sabor de boca. Todos, sin excepción tenemos derecho a la felicidad.
ResponderEliminarUn beso ;)
muy buen relato!!!
ResponderEliminarel hombre tiene el derecho y la obligación de ser feliz..
un abrazo
Más que relato, diría que es una realidad diaria.
ResponderEliminarBuenas tardes ciudadano.Simplemente paso para saludar, que para eso eres el único que me defiende ante alma mater. Te dejo un comentario en el de los viajes
ResponderEliminarHa sido un relato genial, Ciudadano.
ResponderEliminarNo hay nada como tener las cosas claras. Y si son los sentimientos, ya pa qué contarte...
Por cierto... Os estoy escuchando por internet!!!!
jajaja
Moooooola!!
Un beso!
Pues aquí estamos mi compañero y yo, leyendo este relato juntos y sabiendo que nadie nos hará renunciar a nuestro amor, excepto nosotros mismos. Porque aunque el amor es el amor, a veces las circunstancias nos lo ponen muy difícil. ¡Y yo que creí que París era la ciudad del amor! Ya veo que cualquier día nos encontramos con un cartelito en la calle de "Prohibido besarse". Ya sé de una ciudad que lo tiene por orgullo. Ahora no sé cuál es exactamente (aunque seguro que ya hay varias), pero la que yo digo, es mexicana. Eso, por no hablar de los niños que algunos prefieren que se eduque en los códigos moralistas, antes que verlos felices con dos madres. Tú siempre tocando las fibras sensibles. Gracias por ello. Parece que todo está superado, pero pregúntenle al vecino.
ResponderEliminarBesos a todos.
Bueno, conozco muchas parejas homosexuales y no me extraña nada. La gente tiende a juzgar lo que desconoce y ese es un mundo que ha sido tabu para muchos. Creo que para adoptar hay que ser buena persona, tener medios economicos y sobre todo mucha voluntad. Lo demas son gaitas de vieja. Perdon para el piense de otra manera.
ResponderEliminarHola ciudadano, aquí me tienes de nuevo, ya casi te conozco, espero que nos conozcamos personalmente pronto.
ResponderEliminarEfectivamente llevas razón en que hay que respetar la opinión individual de cada uno, pero, si se puede votar a los 18 años, por ser mayor de edad, ¿Por qué puede una menor no dejar nacer a un ser que ya ha sido concebido?,¿cómo la consolarían sus padres si nunca sabrían lo que ha hecho?.
Estas preguntas son las que yo me hago muchas veces, porque tengo hijos, y eso me ha impulsado a escribir mi entrada, pero sin ningún ánimo de crear conflictividad, por supuesto.
Aparte de todo esto, respeto la opinión de todos sobre este tema.
Un fuerte beso, ciudadano, espero que nos veamos pronto.
Muy bueno. El tema actual, polémico, pero desde mi punto de vista, muy justo. El final me encantó!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita. Ojalá tengas una semana fascinante!
BESOTES CIUDADANOS!
ha sido un placer...
ResponderEliminarencantado paisano...
un abrazo desde nuestro mar azul...
Si es que aunque parezca que hay tantas libertades en esta sociedad aún hay alguna que otra restricción como esta. La ley muchas veces les ampara pero si topan con un juez contrario a ellas lo tienen crudo y es una pena..
ResponderEliminarbesos
Genial relato!!!!!
ResponderEliminarUn 10!!!... y un olé por no renunciar a la felicidad. Quizá porque es un tema que me toca "de cerca" por una muy buena amiga, es por lo que hoy especialmente TE FELICITO.
Un beso!!