Marbella, 13 de enero de 2.009
por José Manuel Beltrán
No ofende quién quiere sino el que puede. Y viene esto a cuento, una vez escuchadas las declaraciones efectuadas el pasado domingo por la diputada del P.P. por el Parlament de Cataluña, Monserrat Nebrera, en un programa radiofónico matinal de gran audiencia. La susodicha parlamentaria, que a su vez es profesora, quizás quiso hacer un mal chiste refiriéndose al acento andaluz de la, actualmente muy criticada, ministra de Fomento Magdalena Alvarez. De manera extensa y reiterada, perdió totalmente los "papeles" al criticar a la ministra no por su actuación política al frente de su ministerio -a lo cual tiene perfecto derecho- sino porque el acento andaluz empleado por la titular le suena a "chiste malo". A mayores, la ínclita -me refiero a la profesora Nebrera- dice que cuando tiene que hablar con algún andaluz (se refirió de forma concreta a los cordobeses) no los entiende. Y, para que el cierre de la entrevista mantuviera un elevado nivel intelectual, terminó denominando "cosa" a la ministra. No entendía como "Chaves había puesto esa cosa al frente de una Consejería".
Las reacciones, no sólo desde Andalucía, no se han hecho esperar. Ya hace mucho tiempo -por suerte- que no se estigmatiza a nadie por emplear su propio acento -propio de su cultura y raíces- aún cuando éste no sea el de un estricto castellano. Eso ocurría en el franquismo, si bien es cierto que hasta hace muy poco también en los medios de comunicación los presentadores debían esforzarse en no aplicar su acento propio y esforzarse por emplear una correcta entonación del castellano.
La diputada popular, lejos de retractarse en sus desafortunadas declaraciones, ha ratificado las mismas y, prueba de ello, sólo cabe entrar en su blog personal. Por ello, lo que podía haber sido sólo una broma de muy mal gusto ha resultado ser un insulto en toda regla para todos los andaluces. Yo diría más: se trata de un insulto a la inteligencia, aún cuando proceda de una torpe profesora parlamentaria.
La burla sobre la forma de hablar de una persona es un acto tan xenófobo como cruel. Los dirigentes populares, y los andaluces en concreto, han reaccionado tarde. Queriendo tapar la estupidez de su colega, nos informan que la parlamentaria no representa a nadie. Quieren decir ahora, que no es representativa de su partido. Y ese aserto es, todavía más estúpido. La parlamentaria catalana ha salido elegida por el voto de unos ciudadanos a una lista de partido, dónde ella había sido incluida. Por tanto, representa a sus votantes y al partido por dónde salió elegida.
No soy andaluz, pues nací en Madrid, aunque llevo más de dieciocho años en esta maravillosa Marbella. No tengo el acento propio de los andaluces, aunque me enriquezco de forma continua de ellos. Utilizo de forma incorrecta -en más ocasiones de las que quisiera- el famoso leismo o laismo. Algo que aquí, en esta tierra, se efectúa correctamente. Y nunca jamás efectuaré provocación alguna, ni insulto, burla o humillación de quién tenga acento catalán; gallego; granadino, murciano o el que sea. Pues los tiempos dictatoriales ya pasaron. Recuérdelo Vd. también, querida profesora.
Salud, ciudadanos.
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