Marbella, 20 de enero de 2.009
por José Manuel Beltrán
Una jornada histórica, todavía celebrándose cuando yo escribo estas líneas. La diferencia horaria me da esta pequeña ventaja. Ante la grave crisis mundial, un juramento sobre una vieja Biblia hace renacer las esperanzas de todos los países tanto en los aspectos económicos, sociales y políticos que, de forma tan desgraciada, su antecesor ha dilapidado, sobre todo en credibilidad.
Mientras las bolsas continuaban bajando -ya se sabe, que la especulación no tiene porque seguir el mismo ritmo que la ilusión- las esperanzas en las primeras palabras del ya, Presidente de E.E.U.U., sobre el cierre de Guantanamo; la retirada paulatina de las tropas asentadas en Irak; las ayudas con fondos estatales a la inversión pública, a las grandes firmas automovilísticas y a las entidades financieras; la normalización de las relaciones con todos los países, y de forma especial, los del entorno musulmán; refuerzan la opinión de los especialistas sobre el comienzo de una nueva era.
No creo yo que, todo lo anterior, sea tan fácil como parece. Las buenas intenciones deberán plasmarse en medidas eficaces, aún cuando bastante difícil se lo ha dejado el anterior y patético inquilino de la Casa Blanca.
Por eso le deseo, en aras al cumplimiento de todos sus sueños, salud ciudadano Obama.
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