miércoles, 7 de enero de 2009

El esmoquin de la ministra


Marbella, 7 de enero de 2.009
por José Manuel Beltrán

Fue ayer, día 6 de enero, cuando una buena parte de la chavalería efectuaba la presentación pública de sus preciados tesoros. Y es que, no sólo se trata de disfrutar del regalo que nuestro querido Rey Mago ha depositado cerca de nuestro zapato. Es necesario y obligatorio mostrarlo a los demás. Causar envidia, admiración y provocar, de la mayor forma posible, protagonismo preponderante sobre los demás.

También fue ayer, y así igual desde hace 200 años, cuando en el interior del Palacio Real otro Rey, D. Juan Carlos, ofrecía la tradicional recepción de la Pascua Militar. No quisiera pensar, en este caso, en que los concurrentes al acto quisieran causar ni envidia; ni admiración ni protagonismo alguno. Quizás, sin pretenderlo, se han enfrascado en una competición para dar el mayor lustre a sus zapatos y medallas; a sus afeitados de "culito de bebé"; a entrenarse para adoptar esa postura, tan rígida como forzada, que provoca que los ojos miren al fondo de no se sabe qué sitio.


Todos, vestidos con unos trajes impolutos. Camisas, blancas como la nieve. Los más, enfundados en su traje de gala militar. Los menos, todos de género masculino, con rigurosos esmóquines. Tanto unos como otros, con pantalones oscuros y una raya perfectamente alineada en vertical al suelo. No importa que el esmoquin tenga un rango menor de ceremonia que el frac. Se trata de la invitación de Su Majestad y, de nuevo, todos deben comparecer acorde a protocolo e invitación.

Fue ayer. Enero, día seis. Una mujer era una de los protagonistas de una celebración militar. En el salón real, con la asistencia de las mayores autoridades del Estado, una mujer precedía en el uso de la palabra a D. Juan Carlos, como primer protagonista. Sólo habría dos discursos que, en el día de hoy, todos los medios de comunicación del País recogen con énfasis de sentido de Estado. Mensajes importantes, en ambos casos.

Pero una mujer, civil, que tiene bajo su responsabilidad una cartera ministerial como la de Defensa, es representada hoy en todos los diarios,de forma gráfica, en función de su vestimenta. Al igual que el resto. Al igual que el otro protagonista principal, ella, también ella vestía esmoquin oscuro y pantalón con rígida raya. Pero es mujer, y en la invitación rezaba la sugerencia de que las mujeres debían acudir con "vestido largo".

Parece que todavía nos queda un largo camino por recorrer. Cuando, como machos, seamos totalmente capaces de quitarnos nuestro complejo de inferioridad; cuando demos el mismo valor a las ideas y comportamientos -sin distinción de género-; cuando, incluso en una apuesta atrevida, seamos capaces de vestir con la misma elegancia que ellas. Cuando seamos capaces de sentirnos iguales. Entonces, nos dejaremos de simpleces y apreciaremos más el contenido del discurso de la ministra que no su esmoquin.

Por cierto Milagros Hinojosa, comandante del Cuerpo Militar de Sanidad, recibió la Cruz de la Orden de San Hermenegildo, en reconocimiento a veinte años de profesión. Milagros sí. Milagros, es una mujer.

Salud, ciudadanos.

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