domingo, 19 de abril de 2009

Canciones de la niñez. Relato


Por José Manuel Beltrán

El día amaneció triste. Las nubes, aparentemente más bajas de lo normal, escondían en su interior tal revoltijo de gases que hacían presagiar una estruendosa tormenta. Sin embargo, mirando la frondosa arboleda, visible desde cualquier habitación, la placidez era total. El Dios Eolo se había concedido un descanso, quizás, temiendo la previsible tempestad.

El reloj no marcaba más allá de las nueve de la mañana. La operación había sido preparada con total pulcritud y meticulosidad. Llevaban ya muchos meses recogiendo datos, que inicialmente fueron sólo sospechas, y por ello la vigilancia a la residencia se había ampliado las veinticuatro horas del día. El juez, siendo realmente escéptico ante la multitud de pruebas aportadas, finalmente consignó su firma en el dichoso papel. Se autorizaba un registro total, y todos los empleados debían ser cuidadosamente apartados para que no pudiesen mostrar coincidencia en sus declaraciones, consecuencia de preacuerdo entre ellos. Era el día ideal pues, todos los dirigentes habían acudido la noche anterior a una fiesta que, periódicamente, ellos mismos organizaban para la captación de más miembros.

Patricia no pudo pegar ojo durante toda la noche. Sabía que era la máxima responsable de todo el operativo aún cuando esa no era su verdadera preocupación. Su mente se había anclado, ya hace mucho tiempo, cuando de la noche a la mañana su madre desapareció. Los resultados obtenidos tras una intensa búsqueda que, en muchas ocasiones, sobrepasaban sus obligaciones profesionales habían sido decepcionantes. Y así, durante siete largos años. Esta vez su intuición le decía que no fallaría pero, cada vuelta de almohada era un nuevo recordatorio de anteriores operaciones fallidas.

Cada uno de los agentes se encontraba en la posición, ya previamente acordada. El recinto estaba fuertemente custodiado por cámaras de seguridad y perros que, con sólo mirarlos, a uno le entraba pánico. Por medio de unas estupendas piezas de carne, a las que se había inyectado un potente calmante, los caninos adormecían plácidamente sobre el césped. Mientras, sin tener que cortar los cables, se había manipulado electrónicamente la señal que enviaban las cámaras a la sala de control.

El asalto fue rápido, tanto es así que la mayoría de los empleados se encontraban todavía en la cama, en muchos casos, compartida por hasta cuatro y cinco personas totalmente desnudas. Las órdenes se cumplieron a rajatabla. Mientras, el registro del resto de las dependencias se hacía, cada vez, más repugnante.

Las paredes de las habitaciones se encontraban cubiertas de un incipiente moho. En el suelo un pequeño agujero, abierto a base de descontrolados golpes de maza, hacía las veces de letrina. Los colchones, de goma-espuma, ofrecían innumerables huecos dónde los ratones buscaban refugio. Unos viejos cuencos, todos ellos ennegrecidos, resultaban ser el soporte para lo que nadie podría llamar alimento, máxime cuando las moscas pululaban por ellos como las abejas en su colmena.

Uno tras otro, los habitantes maltrechos eran sacados de sus escondites con suma delicadeza. Estaban dispuestas unas camillas así como tres ambulancias, pero resultaron netamente insuficientes. Las puertas mostraban sus cerraduras oxidadas. No se habían utilizado en mucho tiempo, y razón tenían, pues para nada eran necesarias llaves. Los grilletes sujetos a la pared cumplían perfectamente su misión.

Al final del pasillo de una de las esquinas del complejo residencial, una de las habitaciones tenía la puerta totalmente abierta. De su interior salía un lánguido susurro; vacilante, Patricia se encaminó hacia su interior. Al frente de una ventana, sentada sobre una mecedora, una mujer desaliñada ofrecía sus brazos al aire que, al superponerse, asemejaban la silueta de un nido. De su garganta, salía una cariñosa y dulce melodía. Era una nana. Patricia quiso reconocerla pero no estaba lo suficiente cerca. Avanzó unos pasos y, de forma más clara, escuchó
“Ea, ea, ….
Mi niña duerme.
Ea, ea,…
El sueño le vence.
Ea, ea, …
Susurra el viento.
Ea, ea, ….
Mamá te quiere.

Al levantar los cabellos alborotados que cubrían toda la cara de la mujer, Patricia, que había entrado enmudecida a la habitación, sólo pudo decir: “Mamá……”.

19 comentarios:

  1. !pero que relato mas bonito! me has estremecido...es que las nanas de las niñez son para siempre.

    Un abrazo!!

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  2. ¡Coño! ¡que relato más inquietante!
    Aunque das un pista basattne clara el el 3º párrafo no he sido capaz de darme cuenta de que podía ser su madre hasta "la nana".
    Me ha gustado
    Unabrazo,

    Esteban

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  3. Me ha estremecido, Jose Manuel. Es precioso y a la vez triste, como sucede con la vida.
    Saludos desdeLa ventana de los sueño blog literario.

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  4. Estela:
    Si te he causado esos sentimientos que dices, me alegro. Y ¡aunque yo no las recuerde! efectivamente las nanas tienen un "algo" muy especial.
    Gracias, Estela por tu comentario.

    Esteban:
    ¡Viva la expresividad!. Quisera que la inquietud fuese siempre placentera, la misma que necesitamos para leer. Si, a pesar de las pistas, no te has dado cuenta del desenlace hasta la nana significa, creo, que la tensión se mantiene en el relato. Gracias, Esteban.

    Anabel Botella:
    Si, creo que si. Es triste y tierno. Es inquietante pero con un final relativamente feliz.
    Me alegra ¡de verdad! que te haya gustado. Gracias, escritora.

    Besos para todos, incluido Esteban jaja

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  5. Jope! Qué cacho de relato!
    Me ha pasado igual que a Esteban... Ni idea de que iba a ser la madre de Patricia.
    Dios, que se me ha puesto la carne de gallina...

    Pero que bueno eres, ciudadano!
    jeje
    Un beso.

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  6. Definitivamente, te conseguiré un stand en la próxima feria del libro y para ti solito eeh? Por supuesto, quiero que me firmes la portada de tu "próximo libro". De que tratará? jajajaja

    Un saludo!

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  7. Volví para aclarate, si es que puedo porque casi no veo el teclado por el llanto.
    No se que te inspiró, pero en mi patria... eso podría haber sido una historia real...
    Hay un libro "Nunca Más" que no pude terminar de leer... es la historia del horror...
    Esto es un excelente relato, no me malinterpretes... es que en mi patria y no hace mucho...
    Beso

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  8. Buenooooo....!
    Hazme caso: Al menos uno de cada tres de tus post deben ser un relato.
    Magnífico.
    Un abrazote,

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  9. !!Qué voy a decirte yo !!
    Llevas tanto dentro que reflejas de maravillas las emociones. Escribe, escribe y no dejes de escribir cielo.
    Un besazo enternecedor.

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  10. que interesante historia!!!!!!!!!
    triste y tan profunda.
    me gusta cómo la relatas..........
    un beso, amigo

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  11. José: me dice una amiga que se puede interpretar mal mi comentario.
    Cuando voy a la opera y lloro, no culpo a Puccini o a Verdi, ni al tenor, me emociona la belleza, la calidad.
    Cuando en el cine lloro con una pelicula es porque el protagonista me hace creer que eso es que veo es real, aunque sea una fantasía.
    Cuando leí tu excelente relato y antes puse que es excelente, me hizo llorar pr lo realista que es. Y si a mi subjetivamente me rememora algo no es una "culpa" hacia vos.
    Un abrazo José y espero seguir leyendo tus relatos,sin importar si me hacen reir o llorar. Espero se entienda.
    SOY CANTARES DESDE AFUERA DE MI BLOG. BESO

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  12. Lourdes:
    Tú si que eres un tesoro "granaina". ¿Carne de gallina? jajaja A ver si ahora os voy a dar miedo.
    Gracias por tu comentario. Un besazo.

    Rubén Romero:
    ¡Oye no es mala idea!. Con las "pelas" que se recojan yo, si o si, en junio me voy de vacaciones a Noruega. ¡Vaya, que me voy!.
    Gracias Rubén. Un abrazo.

    Cantares:
    ¡Menos mal que los teclados están baratos! No quiero yo ser culpable de mayores gastos en estos tiempos. Ahora en serio, Gracias por tu consideración conmigo (quizás excesiva). Pero me alegro que te haya gustado.
    Un beso, ciudadana.

    Tito Carlos:
    Gracias Tito. Ya te echaba en falta. ¡Vaya vacaciones ehhh!. ¿Uno de cada tres? Bueno, de momento uno a la semana. Hay que escribir de todo. Ni yo mismo tengo claro cuál es la línea de mi blog. Pero, ¿sabes? a mí me gusta. ¿No sé si es lo mismo para vosotros?
    Un abrazo, ciudadano. Nos vemos.

    Nuria González:
    ¡Bueno, bueno! Algún ratito tengo que dejar para tí y para mí ¿no?.
    Para tí, un beso especial. Te quiero.

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  13. Para Cantares, especialmente:
    Yo te he entendido perfectamente. No debes preocuparte ni tú, ni tu amiga. Y me alegro de haberte entendido bien.
    Un beso, para las dos.

    Adrisol:
    Graciassss. Si te ha gustado, de verdad que me alegro.
    Un besazo, ciudadana

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  14. Buenas noches mi querido doñito:

    Acabo de leer un relato espectacular que has escrito para deleite de todos. Gracias.

    Tu relato tiene más sentimientos que palabras. Tienes la facultad de empapar tus escritos de un montón de sentimientos y mucha alma, pero siempre en su justa medida.

    Si yo supiera expresarme como tú, te diría tanto y tan bonito pero mi capacidad es tan limitada que prefiero dejarlo ahí. Magnífico doñito.

    Por cierto doñito, tienes razón. A través de este medio vamos creando lazos, no siempre iguales ni de parecida intensidad, sin embargo hay personas con las que sientes que vas creando un lazo químico muy especial.

    Cuando paséis por Madrid, estaré encantada de conoceros, a tu santa, y a ti. A ambos por buenas pero diferentes razones. Me parece que voy a coincidir más con ella, pero va a ser un placer practicar contigo la polémica y la discusión.

    Y, si no, prometo en algún momento escaparme al sur, el problema es que hasta el mes de Julio no dispongo de tiempo para bajar, hasta que haga muchas, muchas declaraciones de renta y les pegue clavadas a mis clientes y pueda sobrevivir el próximo y crudo invierno, jejejeje.

    Besitos doñito y, por extensión, a tu santa

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  15. Me encantó, muy buen relato.Ya te lo dije, tenés un gran futuro narrando historias.

    BESOTES Y BUENA SEMANA

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  16. Vaya final!! precioso, después de tenernos en vilo, con piel de gallina, quién hubiera imaginado que era ella!!

    Muy bonita narración!!!
    Un besito ciudadano

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  17. Montse:
    ¡Gracias, eres un cielo!. Lo de sentimientos y alma, uffff, ¡me ha gustado, de verdad!. Es imposible poner en letras nuestros sentimientos. Siempre te falta algo. Algo que está en tu corazón y que nunca es fácil de explicar. Tú sabes expresarte tan bien o más que yo. Tú eres fresca, eres una niña grande que, como niña lo suelta y, después, como mayor piensa ¿me habré pasado?. Pero para mí es más importante la persona real. Esa es la que me gusta. Aunque ya tienes prejucios conmigo, pues me dices que coincidirás más con "la santa" y yo sólo serviré para la polémica y discusión jajaja.
    Coincideremos, seguro. De esta ya no te salvas.
    Un besazo enorme, doñita.

    Stanley:
    Me alegra que te encantara y yo me alegro de que tenga un gran futuro. ¡Es que a mis años!.
    Gracias, ciudadano.

    una sonrisa:
    Si has estado en vilo, es señal que hasta el final se mantiene la incertidumbre y tensión. Y, sí, por suerte opor desgracia, era ella: "Mamá..."
    Gracias cielo, un besazo.

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  18. Uff! Jose Manuel,sin palabras me he quedado!!
    Preciosoooo.. ¡¡me ha encantado!!!

    Un besote!!
    --------------------------------------------
    (ah!! y que yo no soy tacaña con el husband ¿¿eh??? jejeje... que el sábado fue su cumple y me saco hasta los "higadillos" con unos zapatos ¡¡ea!!).

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