lunes, 30 de noviembre de 2009

Ribeiro y queso de tetilla


El Bloguecedario es un espacio dónde me invitaron a participar y en el que semanalmente dejo mi huella. Esta vez la frase sugerida, sobre la que se realiza el texto, fue: El primer beso.

Os dejo ya con el relato que espero os guste


Por José Manuel Beltrán

Como de costumbre, minutos antes de las siete de la tarde, se encontraron para tomar unas últimas tazas antes de regresar a casa. Seguían siendo fieles a esa cita a pesar de los muchos años que habían transcurrido desde que abandonaron su niñez. A esa hora la calle Real era transitada, en su ir y venir desde la elegante Plaza de María Pita hasta su fin en calle Nueva, por todo tipo de público. El sonido acompasado de los viandantes, producto del golpeo de los tacones contra el empedrado de la calle, se difuminaba cuando el reloj de la plaza empezó a anunciar por medio de sus campanadas que eran las siete en punto. Las tazas de ribeiro estaban servidas y, nunca como simple adorno, acompañadas por un buen queso de tetilla especialmente delicado para el paladar de ambos.

Andrés portaba una bolsa grande que contenía el dispendio de sus últimos ahorros. Dos pantalones, un jersey y una cazadora, todos ellos de color oscuro, adquiridos en la aledaña tienda de Zara. Es curioso como la climatología marca normas en el color de nuestras vestimentas y es por ello que, los habitantes del norte suelen vestir prendas de color más oscuro que los del sur.

Después de repasar, de forma breve pues ambos habían leído las crónicas en el periódico, la mala fortuna del Deportivo en el último partido la conversación giró sobre cuestiones más bien intrascendentes. Anxela reposó sus labios sobre la taza de ribeiro de una forma tan sensual que Andrés quiso entenderlo como si de una sugerencia se tratase máxime cuando, en ese mismo instante, entrecruzó sus piernas provocando que su ya menguada falda dejase al descubierto buena parte de sus esbeltos muslos.

- ¿Sabes?, el otro día leí unas colaboraciones por internet en las que diferentes personas explicaban y rememoraban el momento de su primer beso-

- ¿ Y eso que tiene de particular?, respondió Andrés.

- La verdad es que nada. Simplemente sentí curiosidad al denotar las diferencias de sensibilidad, según fuese un hombre o una mujer, quien las narraba. Anxela, repitió de nuevo el mismo gesto al volver a beber de su taza.

- Quizás, dijo Andrés, es que nosotros seamos más enrevesados, ¡ya me entiendes!, y queramos alardear de todo aquello que, generalmente, no hemos llegado a finalizar y por tanto conseguir-.

La conversación siguió, aportando Anxela multitud de detalles, cada vez más subidos de tono en lo que al primer beso se refería. A Andrés le resultaba difícil la concentración. Anxela, de vez en cuando, se mesaba sus cabellos introduciendo sus finos dedos sobre su larga melena, para deleite y al mismo tiempo excitación de Andrés. Queriendo interpretar que era una forma de seducirle tomó entre sus dedos unos de los trozos de queso sin darse cuenta que, el elegido, formaba parte de la parte final, esa que se asemeja a la tetilla y de ahí su denominación. Ensimismado en Anxela, paseó la pieza por sus labios sin mordisquearla y acercándose a ella le susurró al oído.

- Andrés, ¿estás de broma?, le respondió Anxela.

- No, si tú no lo estás. Andrés sorbió totalmente el contenido de su taza y miró fijamente a los ojos de Anxela no sin antes desviar, de nuevo, la vista hacia sus piernas.

- ¿ Son ya las ocho?, se preguntó a sí misma Anxela mirando su reloj. La señora de la limpieza habrá terminado, sentenció ella. Veamos hasta dónde llega tu broma.

Abonaron la cuenta y salieron juntos en dirección al despacho de Anxela. Efectivamente, se encontraban solos. Solo fue necesario encender la luz de una pequeña lamparita ubicada en una de las esquinas. Desalojaron todo lo innecesario, para ese momento, de la mesa de reuniones y allí mismo dieron rienda suelta a toda su expresividad corporal gozando al máximo de toda su sensualidad.

Anxela y Andrés se conocían desde niños habiendo compartido cursos completos de escolaridad y, posteriormente, en la Universidad de Santiago. Su longeva amistad no había sido impedimento para que cada uno encontrase, por separado, a su respectiva pareja. Anxela tenía un niño de ocho años y Andrés, a pesar de los adelantos médicos, todavía no había compartido fortuna con su mujer para obtener ese fruto.

Eran casi las diez cuando, cada uno por su lado, llegaron a sus hogares. A la mañana siguiente Anxela recibió un mensaje personal en el ordenador de la oficina.

“Gracias por todos estos años de amistad. Quizás debí hacerlo hace mucho más tiempo pero, a buen seguro, como ayer tú relatabas mi memoria no lo recordaría ni tampoco lo disfrutaría como ayer lo hice. Fue nuestro primer y último beso. Andrés”.

Anxela le respondió inmediatamente. “ Hoy, como todos los días, tomaremos nuestras habituales tazas. Te ruego, por favor, dejemos a un lado el queso de tetilla y el agradable recuerdo de ese primer beso. Anxela”.

14 comentarios:

  1. Me ha gustado muchísimo...incluyendo el queso de tetilla. Besos

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  2. me ha gustado tanto tu relato como el queso de tetilla y esta misma sin queso...un abrazo ciudaddano de primera

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  3. hermosa entrada!!!

    aunque no sé que es el queso de tetilla,pero puedo suponerlo.....
    besoss y buena semana

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  4. Hola José Manuel . Tu relato muy bueno ,pero el queso de tetilla con un buen vino y buena compañia tambien esta bien , jajaja .


    Gracias por tu visita y comentrarios, y por ser seguidor de mi querido blog .Un abrazo de MA ciudadano amigo bloguero .

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  5. Un relato muy hermoso se podria decir que echaron una canita al aire...Está muy bien el mensaje de Andres primer y ultimo Beso:

    Un abrazo!!

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  6. Genial!
    Lo que da de sí el queso de tetilla, jo!
    jajajaja
    Y se quitaron esa espinita que quizás tenían desde siempre, no?



    Besos, Ciudadano!

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  7. CLAP, CLAP, CLAP!!!..;-)
    Que buena historia, me la he "devorado"...como ese queso de tetillas, que de verdad no lo conozco, pero siguiendo la historia...jejeje, viene de maravillas!!

    Que tengas una buena semana!

    Ali

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  8. José Manuel...

    Yo abogo a favor de nunca bien ponderado QUESO DE TETILLA (que me encanta) !!!

    El relato esta genial... todo sea por un cana al aire !!!

    Abrazo.
    Carlos Hugo Becerra

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  9. Perfecta la historia, como siempre, das en el clavo y consigues que cada linea haga que nos metamos en la historia.
    Un besito ciudadano.

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  10. Pues siguiendo esa indicación de: "Si has llegado hasta aquí, a mí me gustaría conocer tu opinión", te cuento.

    Me voy a repetir pero es lo que hay. Eres un fiera con los relatos. Sale esa calidad humana que tienes, que envuelve todo lo que tocas.

    Eres grande, Doñito.

    Besitossssssss

    Postdata: Está claro que no tengo suerte. Os he llamado por teléfono pero no os localizo, cachisssssss. Quería saber que tal estáis de vuestros trancazos, de vuestras obras, y de nuestro "programa de radio". Ya lo intentaré de nuevo cuando pueda, estoy preparando el puente que me voy a Jávea con la familia.

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  11. Holaaaa a todos

    Os agradezco vuestro buen gusto ( me refiero a la excelencia del queso de tetilla, ehh que no quiero ser presuntuoso).
    Seguimos un poco atareadillos en casa, poniendo algo de orden después de la obra ( y eso que ahora falta el suelo) y por eso no os comento uno a uno.
    Pero daros todos por besados y abrazados maravillosos ciudadanos.

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  12. Como para vivirlo uno... Me encanto.

    Bravo!!!!!!!!!!!!!!
    Aplausos, aplausos, aplausos...

    Un gran, gran, gran abrazo para ti... Para la senora no, pues no la he leido todavia... jajajajjajajajajajaajaja

    (te debo acentos y lo demas pues estoy en un teclado en ingles)

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  13. Un relato escrito fenomenalmente.
    Una situación agradable de amistad ? de cariño? de añoranza? o...? en fin, siento contradecir a Salvador Pliego, no me sentiría agusto teniendo un vivencia semejante, pero la imaginación esta ahí.

    Lo del queso de tetilla... muy bueno

    Besitos mi querido ciudadano

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